Para los fundadores y fundadoras, la regla ha sido el Evangelio, cualquier otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en plenitud. Su ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21); los votos tenían sentido sólo para realizar este amor apasionado.
Fuente: 2015, Año de la Vida Consagrada:
Carta del Santo Padre Francisco a los consagrados
Fuente: 2015, Año de la Vida Consagrada:
Carta del Santo Padre Francisco a los consagrados
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