Thursday, June 14, 2018

Emili Turú (maristas): "El clericalismo hace difícil entender un religioso que no sea sacerdote"

Dieciséis años de servicio en la Casa General y la publicación de un libro con las cartas dirigidas a los Maristas de Champagnat durante la preparación del Bicentenario son una buena razón para encontrarnos y conversar con el hermano Emili Turú, al que sorprendemos calentando la cena para los hermanos de la comunidad...

Han pasado ya más de cuatro décadas de su primera profesión y nos gustaría aproximarnos a la versión más íntima del hermano que ha estado al frente del Instituto durante los últimos ocho años y acaba de finalizar su mandato con el XXII Capítulo General...

¿Qué queda del joven Emili que emitió sus primeros votos allá por 1975?

Espero que quede mucho de lo que había entonces. Recuerdo que hace unos años me vino a visitar una amiga a Roma y cuando se despidió me dijo: «Oye, estoy muy contenta porque veo que no has dejado de ser tú». Y yo creo que para mí eso era importante.

Cuando empecé como superior general me dije que lo importante era que tenía que ser yo mismo, que no tenía que dejar de ser yo para parecerme a nadie o ser qué se yo quién, sino ser el yo más auténtico y ponerlo al servicio del Instituto. Evidentemente han cambiado muchas cosas en mí, ha habido una evolución humana, espiritual, psicológica... en algunos aspectos no me reconocería, pero esencialmente el mismo. Espero que quede mucho de ese joven que hizo esa promesa.

Has impulsado y animando durante varios años «Un nuevo comienzo»... ¿Cuál será el nuevo comienzo de Emili ahora que se aleja de un cargo de tanta responsabilidad?

He estado pensando que, durante estos años, he escrito, he recomendado cosas, he animado el Instituto... me decía que ojalá tenga la oportunidad de ponerlo en práctica yo mismo. Entonces, cuando hablo ahí de la vivencia comunitaria, de ser capaz de construir comunidad intercultural, abierta, de rostro mariano... una persona con profundidad espiritual y también, de estar en las fronteras. Entonces, espero tener la oportunidad de desarrollar mi próxima etapa en un lugar de frontera del mundo de hoy.

Los escritos a los que haces referencia (las cartas dirigidas a los Maristas de Champagnat) acaban de publicarse y presentarse en forma de libro. ¿Podemos considerarlas el testimonio espiritual del decimotercer sucesor de Champagnat?

Son, evidentemente, cosas que en mi interior han estado ahí, hirviendo durante mucho tiempo, ¿no? Para mí el reto era cómo transmitir todas esas inquietudes, cómo entender hoy la vida marista con hermanos, laicos, ponerlo en un lenguaje accesible, moderno, incluso con una presentación distinta... algunos hermanos se ponían nerviosos porque decían que eso era totalmente distinto, eso no eran circulares, eso era otra cosa...

Lo importante es que la gente lo pueda leer, lo pueda entender y que luego dé espacio para reflexionar y compartir. Sí, realmente, son temas que llevo en el corazón y he intentando ponerlo en un lenguaje lo más sencillo que he podido.

Ese lenguaje que utilizas suena hasta poético: «El futuro tiene un corazón de tienda»; «Montagne: la danza de la misión»... no solo los títulos de tus cartas, las páginas interiores están salpicadas de metáforas... ¿encuentras en este recurso la mejor forma de aproximarte a lo que quieres expresar?

Sí, porque yo creo que es muy sugerente. El lenguaje teológico muchas veces es tan sólo dogmático, entonces, ahí no hay nada que discutir, es esto y punto. Cuando en realidad, sobre Dios, ¿qué conocemos? Pues a través de Jesús y poco más.

Entonces, yo creo que el lenguaje poético es el más adecuado para hablar sobre Dios porque es sugerente, estimula, evoca... y he visto que en muchos lugares del mundo la gente ha tomado las metáforas enseguida y ha hecho desarrollos: lo del ADN, la danza... son aspectos muy sugerentes y la gente que, sobre todo, se dedica a la educación encuentra todo esto muy pedagógico y lo toman y lo hacen suyo; una vez que lo hacen suyo lo desarrollan ellos, crece... Con eso me parece que he conseguido la finalidad que quería, que era enganchar con la gente y que luego fueran ellos los que desarrollan las ideas.

Son muchas las palabras dichas y escritas en tus discursos y mensajes durante todo este tiempo de servicio al Instituto... ¿alguna te ha resultado especialmente pegadiza, de la que no podías desentenderte?

Algo que he visto que ha enganchado mucho es lo de «rostro mariano de la Iglesia». El caso es que ahora lo usa todo el mundo y parece una cosa que venga del padre Champagnat, pero en realidad yo lo empecé a usar en el 2010, o sea, después del Capítulo General, con la circular «Nos dio el nombre de María», es decir, es como recuperar ese aspecto mariano. Creo que en el fondo lo sentíamos, pero nos faltaba darle forma. Tenemos una misión en la Iglesia y como Maristas es aportar este rostro mariano y la gente enseguida se ha identificado. Probablemente esto sería algo que aprecio mucho.

Vayamos a alguna de esas palabras más recurrentes en tus discursos y que recuerdan al papa Francisco: periferias... ¿Qué periferias existenciales son más urgentes de atender desde la misión marista?

En cada continente es distinto, cada continente tiene su peculiaridad... las periferias existenciales en España son distintas a las de cualquier país de América, de África... yo creo que las periferias existenciales tienen mucho que ver con lo de dar sentido a la vida, pero que en el fondo tendrá sentido distinto según el contexto. En algún lugar es de supervivencia y encontrar un sentido porque no hay ningún horizonte vital y en otros es que, teniendo muchos horizontes abiertos de posibilidades económicas, culturales, etc. lo que se quiebra son otros valores y otros aspectos. Sí, creo que tiene rostros distintos según los lugares.

Si tuvieras que poner un título a tu período como superior general del Instituto, ¿cómo te gustaría verlo publicado?

Esto suena a lápida ya, eh... [risas del entrevistado que arrancan también las del entrevistador]. Supongo que el tema intercultural sea importante. El hecho de que este Capítulo General haya tomado con fuerza esto de «una familia global» no es casualidad. Ya se habló de ello incluso en los dos capítulos anteriores, pero era algo periférico. Yo creo que a este asunto le hemos dado fuerza y hemos insistido mucho en el tema de considerarse parte de un cuerpo global e ir más allá de esas fronteras ridículas y artificiales de nuestras Unidades Administrativas, Provincias...

Volviendo a ese momento en el que te conviertes en superior general, me gustaría saber si te quitó alguna vez el sueño ese «peso», o, mejor dicho, esa responsabilidad de ser el sucesor de Marcelino.

La verdad es que no. Si alguna vez me ha quitado el sueño fueron situaciones particulares de una persona, de una provincia... pocas, pero no la responsabilidad en sí. No sé si es por inconsciencia -el papa Francisco dice que sintió una fuerza especial- pero, la verdad es que yo también, confieso que no es mérito mío.

La verdad es que yo estaba muy nervioso antes de empezar, porque cuando en el Capítulo General la gente me empezó a preguntar por mi salud, por cómo me encontraba y cosas parecidas... dije, «Dios mío, esto pinta mal». Pero, luego, a partir del momento de la elección sentí una gran paz y mucha confianza, sobre todo cuando entendí eso de que se trataba de que tenía que ser yo mismo, por el resto no se trataba de hacer cosas raras, así que lo viví con paz.

Hacías referencia a situaciones particulares que te quitaron el sueño, ¿coinciden estas con los momentos más duros que te tocó vivir como superior?

Aunque no haya sido directamente como implicado diría que las crisis que se han vivido en distintos lugares del mundo por situaciones de abuso... sí, esas me han tocado de manera particular, aunque no lo he vivido en primera persona como los provinciales que han tenido que dar la cara y hacer manifestaciones públicas... pero, claro, te obliga a pensar: ¿qué pasa ahí?, ¿por qué ocurrió eso? y, sobre todo, ¿qué aprendemos de esto?, ¿qué tenemos que evitar para que no vuelva a ser caldo de cultivo para el futuro?

¿Qué se puede hacer? ¿De qué manera Maristas se tiene que convertir ahora en parte de la solución si en el pasado fue parte del problema, como tú mismo has señalado en algunos mensajes, para dar respuesta a este serio problema y liderar incluso a nivel de sociedad civil la respuesta más adecuada?

Para mí eso es importantísimo, no tenemos que estar continuamente a la defensiva. Ha habido situaciones de escándalo, situaciones de abuso, claramente en el pasado; se trata de reconocerlas y asumirlas; al mismo tiempo hay que pedir perdón, hay que favorecer reconciliación, hay que compensar, en fin, todo lo posible para que eso no vuelva a ocurrir y para que las víctimas puedan vivir su vida de la mejor manera posible.

Dicho esto, hay que reconocer que es un fenómeno social, está saliendo a la luz continuamente... el abuso de menores es tremendo, las cifras de las que hablamos son una cosa tremenda... entonces, si realmente estamos en la defensa de los niños eso tiene que estar en nuestra agenda. Y, luego, habiendo sido nosotros parte del problema, debiéramos liderar soluciones de cara al futuro y hacer todo lo posible por contribuir a erradicar ese problema.

Por el contrario, también has vivido momentos muy gratificantes al impulsar proyectos novedosos que mostraban lo vivo que está el Instituto, ¿cuál ha sido el proyecto que te ha hecho más ilusión llevar adelante, con el que te has sentido más implicado? 

El primero que me viene a la mente es el de La Valla 200, las nuevas comunidades internacionales y la respuesta tan positiva que hubo; en realidad surge de la misma Conferencia General, tampoco fue por casualidad; lo que se vivió como la experiencia Ad Gentes fue muy positivo, entonces, desde el mismo Instituto yo creo que se ve que ese es un camino para tirar adelante.

Me parece que es un camino de futuro muy importante. Otro que subrayaría también porque me ha parecido que ha sido muy providencial y que ha ido saliendo casi mágicamente, lo cual significa que el Espíritu estaba por medio, es el de Líbano, el Proyecto Fratelli. Fue muy bonito como fue naciendo, con unas «casualidades» que me dijeron sí, sí, esto es de Dios.

Abramos ahora un poco el zoom y movámonos a un escenario más amplio como es el eclesial. Alguien nada sospechoso como Ratzinger dijo hace ya bastante tiempo que «la Iglesia es el principal obstáculo para la fe» de muchas personas, ¿sigue siendo la Iglesia un obstáculo insalvable, especialmente para los jóvenes?

¿Qué Iglesia? (pausa) Yo creo que en algunos países los jóvenes se sienten muy lejos de la estructura eclesial. No les dice nada. Y en cambio, una Iglesia de rostro mariano, acogedora, que se pone a su nivel, que escucha, que es samaritana, que se adapta a su lenguaje... yo creo que sí les resulta atrayente y dicen: «oye, eso sí me interesa».

Ahora, para mí, es también una bonita ocasión para reencontrarme con amigos de hace muchos años y hace un par de domingos me encontré con uno que yo le conocía hará veinticinco años, él era joven, muy joven, y me dijo: «yo vengo de una experiencia eclesial muy negativa»; había estado en colegios que le habían marcado negativamente y dijo que se apartaba definitivamente de la Iglesia. Pero, resulta que fue a una Pascua a Avellanes y dijo: «pues eso sí me interesa», y para él fue un reenganche.

Entonces, eso me parece muy importante, ofrecer un rostro de Iglesia que pueda resultar atrayente, pero no solo por lo atractivo, sino que con lo fuerte que es el mensaje evangélico los jóvenes puedan sentirse atraídos y llamados a ello. Sí, hay una parte que tiene que ver con la transmisión de la fe, pero luego están nuestras propias debilidades, está claro, todos esos casos de abusos de los que hablamos para algunas personas ha sido un escándalo tremendo y significará abandonar la fe, quizás.

El hecho de que el Vaticano haya tardado tanto tiempo en publicar un documento sobre los hermanos consagrados (Identidad y misión del religioso hermano en la Iglesia) ¿no pone de relieve el poco interés de la Iglesia por esta forma de vida?

El clericalismo en la Iglesia es tremendo, eso es un virus que no sé si se va a erradicar alguna vez. De alguna manera está en su misma estructura y, luego, como que la liturgia lo consolida, visualizando claramente las jerarquías y el rol mayoritariamente pasivo de los laicos.

Con la mejor de las buenas voluntades el papa Francisco predica y dice que es tremendo lo del clericalismo, pero es que la misma estructura lo va perpetuando. En ese contexto resulta muy difícil de entender un religioso hombre que no sea sacerdote. Es una contradicción porque la vida religiosa nació laical, pero así están las cosas ahora.

Lo digo, no como una queja, sino como una constatación de esa realidad, no es que necesitemos más reconocimiento del que tenemos, pues ¿para qué lo queremos, ¿no? pero sí se constata esa realidad, entonces para mí es una llamada a ser todavía más coherentes con nuestra vocación; a subrayar lo esencial de la vida religiosa, que es la fraternidad, esta dimensión horizontal y de servicio.

En esa vida religiosa de la que hablamos, una de las características de la espiritualidad del hermano marista es la de ser «contemplativo en la acción»... ¿cómo se traduce eso en la realidad?, ¿cómo se aprende la práctica contemplativa?

No es nada fácil, mira, yo algunas veces hablando con los hermanos les digo: mirad, este es claramente nuestro punto débil, el tema de vivir una espiritualidad en la acción. ¿Y por qué es nuestro punto débil? Pues, porque es lo más difícil. A veces se dice: una espiritualidad apostólica, lo nuestro no es una espiritualidad monacal, es apostólica, parece como querer decir una espiritualidad más light. Y es, al contrario, creo que la nuestra tiene que ser mucho más fuerte, por lo difícil que es, por el contexto en el que lo vivimos.

Un monje tiene sus horarios, tiene su ritmo, lo tiene todo marcado. Nosotros empezamos el día y no sabemos lo que va a pasar. Entonces, como no tengas una espiritualidad y un ritmo de espiritualidad fuerte y marcado, pues se evapora todo a los diez minutos, o sea, no puedes sobrevivir en eso. Es otro aspecto que he intentado reforzar mucho durante estos años, toda la dimensión mística de nuestras vidas. Y subrayaba la palabra mística porque quería decir lo fuerte que es esto. Entonces, hay que abundar ahí, justo por compensar el exceso de espiral de acción en el que muchas veces estamos metidos. Y a veces, sin ton ni son.

En un mundo actual en el que se pone mucho el acento en la individualidad, en el desarrollo personal de cada uno... ¿De qué manera se puede conjugar la necesidad de vivir en comunidad con el desarrollo de la individualidad de cada hermano? ¿es necesario «renunciar» a esa individualidad o identidad personal para pertenecer a un proyecto o identidad común?

Gracias a Dios, en la tradición marista se ha sabido conjugar muy bien, incluso en las épocas en que estar en comunidad era más uniformidad que unidad, lo de respetar las personalidades de la gente. Recuerdo que un sacerdote me dijo una vez, observando el «zoo» que éramos nuestra comunidad: «¿sabes qué?, me encanta que en tu comunidad pueda haber uno como Pablo Linés, que era un personaje, otro como Emilio, otro como tú, otro como el otro... porque se nota que no os producen como churros», es decir, que no salen todos y dices: visto uno vistos todos. (risas) O sea, ese sigue teniendo el mal genio que tenía, ese otro tal... y su personalidad característica. Entonces, yo pensándolo, porque nunca había caído en la cuenta, me decía, pues es verdad, es bonito eso. Y al mismo tiempo la dimensión familiar ha sido muy importante.

También una vez una religiosa, estando en Pakistán, me dijo: «he observado que las congregaciones masculinas que os inspiráis en María tenéis un toque especial, hay algo que no sabría definir muy bien». Quizás sea un poco ese toque femenino del detalle, de la atención, de dar la bienvenida, de estar con la gente... entonces, eso me parece que es parte de nuestra tradición también. Creo, entonces, que se ha sabido conjugar bien eso, desde la formación. Al mismo tiempo, hay que reconocer que en la sociedad individualista en la que vivimos pues eso también nos afecta, hay que ver de qué manera en nuestras comunidades nos está afectando eso de decir me hago una comunidad a mi imagen y semejanza.

Leyendo estos días al filósofo francés Lipovetsky sobre la familia, hablaba de ella como una prótesis individualista, algo de quita y pon. Nosotros no deberíamos caer en esta trampa, algo que yo me fabrico a mi medida. Ahí hay una llamada esencial para nosotros, ahí tenemos que trabajar mucho, me parece. Al mismo tiempo hay que hablar del elogio de la comunidad imperfecta, o sea, no hay que soñar con comunidades imposibles. Dentro de lo que se puede, cómo hacemos para ayudarnos a crecer en la fe, cómo nos apoyamos en nuestro desarrollo personal, en nuestro desarrollo espiritual, para eso estamos en comunidad.

Recurramos una vez más a palabras del papa Francisco, ¿en qué lío te gustaría que se metieran los Maristas de Champagnat en el comienzo del tercer centenario?

En ser muy creativos e imaginativos, sobre todo, para las periferias. Todo esto de las comunidades internacionales ha sido muy apoyado por los provinciales porque, quizás, en las Provincias se sentían tan tomados por el día a día, que es como decir, hagámoslo desde fuera.

La verdad es que el día a día es tan exigente para provinciales, equipos provinciales y para todos los que están en la misión... es tan absorbente, que el peligro es que nos coma toda la energía y toda la creatividad y nos impida soñar. «Un nuevo comienzo» significa pararse y decir: bueno señores, eh, 200 años, hoy y para mañana, ¿qué significa? sin necesariamente abandonar todo, concretamente los hermanos... ¿estamos en el lugar dónde tenemos que estar? ¿damos lo mejor de nosotros mismos aquí? ¿dónde están las periferias donde nosotros hoy podemos implicarnos? Para mí, ahí hay algo importante de cara al futuro.

Permíteme acercarme un poco más a tu interioridad ya que esta sección se llama A fondo... ¿de qué manera te aproximas al encuentro personal con Jesús? ¿cómo se supera esa distancia histórica que nos separa de Él y esa distancia psicológica provocada por la distracción que impone esta sociedad de la inmediatez en la que estamos siempre sobre-estimulados, en permanente conexión?

La inquietud espiritual ha estado siempre bastante presente en mí, pero yo diría que, sobre todo, en los diez, doce últimos años, quizás también por la edad, me dije que era importante que yo tenía que crecer más ahí y, por tanto, eso no se da automáticamente y yo tenía que dar pasos concretos para que eso ocurriera.

Si uno quiere aprender una lengua se matricula en una escuela no vive de buenos deseos. Entonces, si uno quiere crecer espiritualmente tiene que dar algún paso. Ya luego, al empezar como superior general, también me dije, que yo no podía ponerme a predicar a nadie si yo mismo no me comprometía y hacía mi propio camino personal. Pues ahí, muy humildemente y muy discretamente he intentado introducir silencio en mi vida, momentos de meditación personal... y cada año, al menos en dos, tres ocasiones... desaparecer del mapa durante una semana para hacer solo silencio y silencio, y silencio... y tratar de ponerme en sintonía. Eso me parece imprescindible, hoy me resultaría difícil renunciar a eso porque me parece ya parte de mi vida, y reconozco que me ha dado serenidad, equilibrio, paz y también armonía interior.

Anthony de Mello, Ermes Ronchi, Casaldáliga, Tonino Bello, Thomas Merton... son algunas referencias en tus escritos, ¿son también recursos que utilizas habitualmente para cultivar tu interioridad?

En las lecturas hay escritores que los encuentro inspirados, Casaldáliga, Tonino Bello... y todo un grupo, por ejemplo, en Italia, que los encuentro muy inspiradores, muy del Vaticano II, apasionados y poéticos, que se mueven alrededor de la comunidad de Romena. Entonces, yo me decía, si eso me resulta inspirador a mí, me imagino que a otros también los resultará; en ese sentido he querido compartir también mis propios descubrimientos y, luego, la veta oriental para mí fue también un descubrimiento, todo el mundo zen, donde hay intuiciones muy buenas. Todo lo que es del mundo de los iconos, el mundo oriental cristiano, también me parece muy sugerente. Es la teología que habla más de manera evocadora que por dogmas.

A estas alturas del camino, ¿has conseguido dedicarte plenamente a aquello para lo que elegiste vivir?

Estoy contento de cómo se ha ido desarrollando mi vida, lo considero una gracia increíble y no me arrepiento de ningún paso dado, al contrario, estoy sumamente agradecido y considero que con una vida muy llena.

Para terminar, me gustaría saber qué ha llegado a saber Emili de Dios que no haya aprendido en sus estudios de Antropología Teológica o en todos los libros que le han servido de inspiración.

[la respuesta viene precedida de unos veinte segundos de silencio]... ¡es difícil esta, eh! A mí se me hace realmente muy difícil hablar sobre Dios, en el sentido de que me parece que normalmente se habla demasiado y de manera equívoca, porque siempre todo el lenguaje sobre Dios es muy aproximado. Yo siempre he preferido la teología apofática, es decir, hablar poco de Dios. (el hermano recurre otra vez al silencio) Iba a decir Dios como ausencia, pero tampoco... es que todo el lenguaje es tan aproximado... quizás presencia, Dios como presencia, sería lo más cercano, algo que no he aprendido en los libros es eso, Dios como presencia, como experiencia de presencia.

Friday, February 23, 2018

Libros: Hecha por amor... La corrección fraterna

Es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético.

En estas páginas, Leoluca Pasqua propone de forma práctica algunas maneras para emprender la corrección y para comprender su posible realización pero, sobre todo, su extraordinaria capacidad de crear bienestar y de poner en marcha recorridos de paz y de reconciliación.

Este libro pretende comunicar el inestimable valor de la corrección fraterna hecha por amor. Un tema que no es fácil de tratar por su carácter provocativo, ya que sacude la conciencia e invita a asumir las propias responsabilidades, a poner orden dentro de sí mismo y a reconsiderar los aspectos de la propia vida que necesitan ser corregidos.

Pero es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético, que corren el riesgo de desorientar y de transformar a las personas en muchas islas, que no saben ya comunicar ni construir relaciones de amistad y de fraterna colaboración.

Por este motivo, la corrección puede llegar a ser un instrumento válido para ayudarse mutuamente a salir de este peligroso aislamiento, para caminar en la verdad y para no perseverar en el error.

Porque la corrección nos afecta a todos y se ofrece como una norma ética, que puede contribuir a mejorar la calidad de la vida y de las relaciones.

Partiendo de estas consideraciones, se desarrolla un itinerario perfilando el horizonte en el que se sitúa la corrección, su significado, la finalidad y cuándo se la puede definir como "fraterna".

Sunday, February 11, 2018

Testimonios



Mujeres y hombres que se han consagrado a Dios, contestan con sinceridad a preguntas comprometidas y muy personales, discrepando en ocasiones entre ellos. Sacerdotes y religiosas nos desvelan si estuvieron enamorados en su juventud y si ha sido duro renunciar al amor de pareja, nos hablan de sus crisis existenciales y dudas, si se han arrepentido en su decisión, de la renuncia a la paternidad y maternidad, en definitiva lo que ha supuesto para ellos acoger una vida de austeridad y obediencia.

Agradecimientos: Delegación de Pastoral Vocacional de la Archidiócesis de Madrid y Arzobispado de Madrid.

Friday, February 9, 2018

7 fallos de nuestra cultura de seminarios para formar a los líderes católicos


“Id pues y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Este fue el mandato de Jesús a sus apóstoles que recoge el Evangelio de San Mateo y que resume la misión de la Iglesia fundada en Pentecostés. Sin embargo, en Occidente la Iglesia Católica pierde cada año millones de fieles siendo África y Asia  las que frenan esta caída y gracias a las cuales el catolicismo sigue creciendo en número.

Mientras tanto, en buena parte de las diócesis y parroquias de Europa y en menor medida de Estados Unidos se siguen manteniendo las mismas estructuras desde hace décadas apostando por una pastoral de conservación y no de evangelización. Todo ello en medio de una sangría de fieles que está vaciando las iglesias.

Muchos sacerdotes se sienten abrumados y no saben qué hacer, tampoco en los seminarios se ha dado una respuesta a este nuevo paradigma mientas la falta de líderes católicos impide o ralentiza una remontada de esta situación.

Marcel Lejeune analiza esta situación en Catholic Missionary Disciples, iniciativa de formación de líderes católicos para la Nueva Evangelización, y habla de 7 fallos que se producen en el seno de la Iglesia y que provocan que el catolicismo siga cayendo en número, sobre todo en Occidente.

En su opinión, en la Iglesia actual “hay una cultura de gestión, no de misión”, “poca visión para el crecimiento, poca transformación y mucho status quo”. Pero lo más grave para Lejeune es que “vemos una falta de líderes, qué hacer al respecto y querer cambiar”. Estos son 7 motivos que él considera que provocan esta situación:

1. Los seminarios no forman líderes para la parroquia moderna.  La formación del seminario es un entorno hiperacadémico, donde los hombres jóvenes pasan la mayor parte del tiempo con sus compañeros, aprendiendo de hombres (en su mayoría) mayores, que los forman en filosofía, teología, sacramentos, asuntos pastorales. Cuando estos hombres entran en contacto con una parroquia, sin embargo, lidian con asuntos multigeneracionales: familias, mujeres, y la mayor parte de ellos (los sacerdotes) viven solos. Raramente llegan a utilizar plenamente sus estudios de filosofía y teología. Este problema no sólo atañe a los seminarios sino a las instituciones católicas en las que deben formarse los líderes católicos laicos.  En ambos sitios, en general, no preparan para las situaciones reales que vivirán.

2. La capacitación pastoral rara vez ayuda a comprender la verdadera evangelización. Con demasiada frecuencia, afirma Lejeune, se ve a los líderes actuando como gerentes de status quo. En su opinión, no tienen la respuesta para romper el declive en las parroquias, pues es algo creativo y transformador. Esto se debe a que su experiencia en la pastoral se ha centrado en catequesis, sacramentos, eventos… No entienden cómo multiplicarse espiritualmente o cómo formar discípulos misioneros porque no han aprendido de nadie que hiciera estas cosas. Son para ellos conceptos extraños que muchos de los que deben ser líderes católicos no han experimentado personalmente.

3. Los cambios son siempre difíciles y todo el mundo prefiere la comodidad. Es algo que afecta a todos pero se debe cambiar la forma en que se está trabajando o la Iglesia seguirá cayendo. Pone como ejemplo Estados Unidos donde por cada persona que se une a la Iglesia, cuatro católicos la abandonan. No se puede seguir aceptando esto sin más y simplemente continuar “gestionando” las parroquias y diócesis.

4. Falta de apertura a la “experimentación” y los nuevos movimientos.  Lejeune aclara que no se trata de cambiar la doctrina sino que se necesitan nuevas formas de actuar, nuevos movimientos y un nuevo espíritu misionero. Sin embargo, sigue habiendo en general una resistencia a estas nuevas formas de hacer las cosas. Se trata de miedo. Miedo al cambio. Miedo a tener que humillarse para probar algo nuevo, temor a que el trabajo realizado no haya sido fructífero. Todos somos humanos y nadie hace las cosas de manera perfecta pero con humildad y valentía la cosa puede ir a mejor.

5. Cultura de la enseñanza, no de la evangelización. Es necesario e imprescindible mostrar lo que Jesús enseñó. Pero Lejeune considera que la enseñanza no es la clave para que el corazón de alguien se convierta a Cristo. Más bien, se trata de un encuentro con Jesús, donde se da una oportunidad de elegir seguirlo, y una invitación al arrepentimiento y a la conversión. Esto es para él la evangelización. Y es precisamente lo que se está perdiendo.

A su juicio, cuando muchos líderes se encargan de la planificación pastoral, recurren a lo que conocen y muchos terminan convirtiendo la enseñanza en el núcleo de todo. Y así se vuelve al problema de siempre: “¡catequizar y administrar sacramentos no es igual a evangelizar”.

6. Parar después de hacer conversos. Ahora se habla mucho de discipulado, y se convierte en objetivo. Pero el hacer discípulos no es el objetivo final. “Necesitamos apuntar hacia los discípulos que hacen otros discípulos, que hacen otros discípulos. Esta es una cultura de multiplicar discípulos".

7. No se hacen cambios porque hacerlo significaría reconocer que no siempre se ha actuado correctamente. El cambio requiere humildad y la rendición de cuentas más todavía. ¿Se imaginan –pregunte Lejeune- que un obispo admitiera que no tiene todas las respuestas, que necesita ayuda y que está tratando de aprender de los demás cuál sería la mejor manera de cambiar su diócesis, que se está desangrando? Personalmente, lo admiraría mucho por tanta humildad”.

“La solución no es fácil, necesitamos cambios en la forma en que trabajamos en nuestras parroquias y diócesis. Esto comienza con humildad y oración. Entonces podremos realmente discernir qué necesita cada uno de nosotros para crecer como líderes. Necesitamos la visión adecuada. Necesitamos ayuda. La razón es que Dios quiere renovar nuestra Iglesia para que podamos cumplir su misión. Recuerda que un puñado de discípulos cambió el mundo en pocas generaciones después de Pentecostés, ¿qué pasa con nosotros?”.

Monday, July 17, 2017

Las cuatro ramas franciscanas piden al Papa una dispensa para que los hermanos no ordenados puedan asumir puestos de autoridad reservados a los sacerdotes

"Le hemos solicitado formalmente una dispensa... (que) permitiría que los hermanos legos (no clérigos) pudiesen ser guardianes de una fraternidad local, provinciales e incluso ministro general. Todos los roles de servicio en la Orden".

Así es como Michael Perry, ministro general de la orden de los Frailes Menores, resumió la petición que hizo al Papa junto con los ministros generales de los Conventuales, los Capuchinos y de la Tercera Orden (marzo 2017).

Perry ha dado más detalles sobre qué ha motivado esta petición de los franciscanos y sobre cuáles serían las implicaciones para el liderazgo, la autoridad y la gobernanza en la Iglesia entera en caso de que la propuesta finalmente recibiera el visto bueno.

En su raíz, explicó el padre Perry, la petición parte de una preocupación por el significado del liderazgo en las comunidades franciscanas. "¿El liderazgo consiste en organizar las cosas de tal forma que uno tiene control absoluto sobre todo?", se preguntó. "¿O acaso se trata de mover a la gente para que haya sinergia, una confluencia de todas las fortalezas que tiene una comunidad?"

Tiene que ser claramente la segunda de estas opciones, matizó, y eso preservando la identidad del ministerio ordenado. La propuesta al Papa, aclaró, "no busca retar a la autoridad espiritual o el papel del pastor. Más bien, busca liberar al pastor para que se pueda fijar en las ovejas y no se tenga que preocupar por las puertas y las vallas".

Se trata de realizar el ideal de liderazgo soñado por el propio Poverello de Asís, quien tampoco fue clérigo sino un humilde laico. La propuesta franciscana, relató Perry, es la de realizar entre todos los hermanos, ordenados o no, el ideal de "menoría": el de no querer "subir", sino "bajar". Modelo que es opuesto diametralmente al clericalismo, según lo retrató Perry.

El clericalismo, dijo el religioso, "es un impulso hacia arriba como si la movilidad ascendiente ofreciera algo: alguna seguridad y garantía de la fidelidad, una manera de controlar a la gente de modo que permanezca fieles a la verdad". En cambio, "los franciscanos no lo concebimos (el liderazgo) de este forma", añadió.

Y es más: según Perry, "el clericalismo es una señal de una falta de fe, una falta de confianza: confianza en Dios, en los demás y, en último término, en uno mismo". Un modelo que no solo "ha pisoteado" la dignidad, dones, habilidades y llamado al servicio de todos los bautizados, sino que, a veces -y lejos de estimular los talentos- "ha premiado la ineptitud".

"San Francisco de Asís llamó a un nuevo modelo", explicó por último el religioso. "Un modelo que no desafiaría los diferentes roles que hay en la Iglesia sino que le recordaría que todos estos están al servicio de algo más alto, algo más grande", sentenció.

La desclericalización al servicio
de la unificación franciscana

Además de servir como modelo para la Iglesia universal, el impulso que la familia franciscana está dando a la desclericalización puede ayudar incluso a unificar a las cuatro ramas que actualmente la compone.

El responsable de la Tercera Orden Regular, Nicholas Edward Polichnowski, declaró que el Papa les dijo a los cuatro ministros generales que "necesitamos un sentido de unificación. En la familia franciscana ahora estamos haciendo sólo un movimiento en esa dirección".

Este paso hacia la unidad solo ha resultado posible en este pontificado, añadió, ya que "antes, los frailes menores, los conventuales, los capuchinos y la Tercera Orden, eran independientes una de la otra". Ahora, precisó, "con el Papa Francisco se vive una visión, se vive una atmósfera de unificación, bajo la acción de la misericordia".

En sus declaraciones el padre Perry especificó en qué han consistido las diversas iniciativas hacia la unificación a los que Francisco ha inspirado las cuatro órdenes franciscans. "En primer lugar, estamos en un proceso de reunificación de la Universidad Franciscana de Roma", recordó el ministro general de los Frailes Menores. "Luego hay otros proyectos para la comunión en la Tierra Santa y otros lugares", y el diálogo que los diferentes responsables mantienen "varias veces al año con el fin de fortalecer y hacer hincapié en la dimensión de comunión entre nosotros".

Tuesday, January 31, 2017

2 de febrero: Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2017

Materiales: presentación y testimonios

“Testigos de la esperanza y la alegría” es el lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada  que se celebra el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo. 

Un día para mirar “a la vida consagrada y a cada uno de sus miembros como un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad. Juntos damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de vida apostólica, por los Institutos seculares, por el Orden de las vírgenes, por las Nuevas Formas de vida consagrada y por otros grupos de consagrados, como también por todos aquellos que, en el secreto de su corazón, se entregan a Dios con una especial consagración”.

Mons. Vicente Jiménez Zamora, presidente de la Comisión de Vida Consagrada, Conferencia Episcopal Española.

Monday, January 30, 2017

El papa Francisco analiza qué lleva a tirar la toalla a quienes han entregado su vida a Dios



Francisco ha analizado qué lleva a tirar la toalla a quienes han entregado su vida a Dios Fue durante este encuentro con el departamento del Vaticano encargado de la vida religiosa, que se reunía en Roma para hablar sobre la fidelidad y la perseverancia de las personas consagradas, pero también sobre los abandonos.

El Papa reconoció que le preocupa la perseverancia de quienes entregan su vida a Dios, y afrontó en un importante discurso los factores que ayudan a cultivarla.

"Hay muchos factores que condicionan la fidelidad en este cambio de época, y no sólo época de cambios, en el que resulta difícil asumir compromisos serios y definitivos”.

Francisco mencionó varios factores que hacen difícil ser fieles a quienes deciden entregar la propia vida a Dios.

El primero es el contexto social. En concreto, "la cultura de lo provisional” que lleva a muchos a buscar siempre "puertas laterales” que abren a otras posibilidades en la vida, pero que vacían de contenido la existencia.

Otro problema es cuando la persona juzga todo "en función de una auto-realización que a menudo no tiene nada que ver con los valores del Evangelio”.

El Papa lamentó cómo los deseos generosos de los jóvenes a veces se ahogan por "la búsqueda del éxito a cualquier precio, del dinero fácil y del placer fácil”.

El último desafío son los religiosos "anti-ejemplos” que hacen difícil la fidelidad propia y de los demás dentro de la vida consagrada. El Papa detalló que son quienes se dejan llevar por:

- la rutina
- el cansancio
- el peso de la gestión de las estructuras
- las divisiones internas
- la búsqueda de poder
- la autoridad como autoritarismo
- la autoridad que lo permite todo.

El Papa también ofreció soluciones a quienes atraviesen las naturales crisis. Además de profundizar en el trato personal con Dios, propone cuidar la fraternidad dentro de la Orden. La receta del Papa pasa por:

- Rezar juntos
- Meditar la Biblia
- Participar en la Misa y recibir la Confesión
- Diálogo y comunicación sincera
- Corrección fraterna
- Misericordia con el hermano o la hermana que peca (y)
- Compartir la responsabilidad.

Fuente: Romereports.com

Friday, May 20, 2016

El buen sacerdote lleva un estilo de vida simple, está siempre disponible, crea comunidad, por el papa Francisco

El P. Jorge Bergoglio,
hoy papa Francisco,
en sus primeros años de sacerdocio.
EL PERFIL DE UN BUEN SACERDOTE

Francisco desgranó este lunes ante los obispos italianos las cualidades que debe tener un buen sacerdote, todas ellas en línea con lo que viene siendo su predicación habitual sobre la reforma del clero.

Fue en la apertura de la 69° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana, que se prolongará hasta el 19 de mayo. Quien esperaba un discurso relacionado a los problemas nacionales italianos habrá quedado desilusionado, señala Sergio Mora en Zenit, porque el Papa no abordó el tema de la nueva ley sobre uniones civiles, ni habló sobre la recepción de los inmigrantes, sino que les recordó cómo debe ser el perfil de un buen sacerdote. O sea, un hombre de paz siempre disponible. Nunca un burócrata o un funcionario anónimo, que no se escandaliza cuando las personas son frágiles. Y citando las estructuras y los bienes económicos invitó a “mantener solamente lo que sirve para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.

Después de la oración inicial y del canto del Veni Creator, Francisco ha partido de la premisa que “sin el Espíritu Santo no existe posibilidad de vida buena ni de reforma” e invitó a mirar el rostro “de uno de los tantos párrocos que se consumen en nuestras comunidades” para entender qué le da sabor su la vida, por qué se empeña en el servicio, y cuál es la razón última de su donación.

A los obispos reunidos en el Aula Nueva del Sínodo señaló la figura de “Moisés que se acercó al fuego y dejó que las llamas quemaran su ambición de carrera y poder”. Descalzo, sin escandalizarse por las fragilidades humanas, consciente de ser como el paralítico curado, distante de la frialdad del rigorista, con el aceite de la esperanza y de la consolación se vuelve próximo de todos y dispuesto a compartir el abandono y el sufrimiento.

“Así, nuestro sacerdote no es un burócrata o un anónimo funcionario de la institución; no está consagrado a un rol de empleado, no está movido por los criterios de la eficiencia”. Además “sabe que el amor es todo. No busca seguridades terrenas o títulos honoríficos que llevan a confiar en el hombre; no pide nada para sí en el ministerio que vaya más allá de su real necesidad, ni está preocupado de atar a sí a las personas que le han sido confiadas”.

“Su estilo de vida –prosigue el Santo Padre– simple y esencial, siempre disponible, lo vuelve creíble a los ojos de la gente y lo acerca a los humildes, en una caridad pastoral que los vuelve libres y solidarios”.

Tiene que ser un siervo que se ha vuelto rico por frecuentar a los pobres, “un hombre de paz y de reconciliación, un signo y un instrumento de la ternura de Dios, atento a difundir el bien con la misma pasión con la cual los otros se ocupan de sus intereses”.

Para entender por quién se empeña un presbítero, parte, señala el Santo Padre, de la “participación que tiene en la Iglesia, de una comunidad concreta con la cual comparte el camino”. Y esta pertenencia “es la sal de la vida del presbítero”. Y en esta época pobre de amistad social “nuestra primera tarea es construir comunidad”.

También es fundamental vivir el sacerdocio, no de manera ocasional o por una colaboración instrumental, sino libre de narcisismos y de los celos clericales, que haga crecer la estima, el apoyo, la benevolencia recíproca y la fraternidad concreta.

En la reflexión sobre la renovación del clero el Papa les ha señalado la gestión de las estructuras de los bienes económicos: “En una visión evangélica eviten de volverse pesados en una pastoral de conservación que se vuelve obstáculo a la apertura a la perenne novedad del Espíritu. Mantengan solamente lo que pueda servir para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.

Y sobre la razón última del donarse señaló que quienes quieren calcular todo son los más infelices. Porque el buen presbítero “con sus límites, es uno que se juega hasta el fondo y se ofrece con gratuidad, humildad y alegría”.

El Santo Padre concluyó señalando que la triple pertenencia es al Señor, a la Iglesia y al Reino. Y que con ellos reza “a la Virgen Santa para que lleven el servicio que les fue confiado y con el cual participan al misterio de la Madre Iglesia”.

Fuente: religionenlibertad.com

Friday, August 28, 2015

¿Ser sacerdote te hace feliz? por el P. Carlos Alfonso Garzón López, S.F.

¿Por qué un Hijo de la Sagrada Familia? por el P. Carlos Alfonso Garzón López, S.F.

Mi experiencia vocacional con la gente, por el P. Carlos Alfonso Garzón López, S.F.

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¿Cómo nació mi vocación? por el P. Carlos Alfonso Garzón López, S.F.

La importancia de la familia en mi vocación, por el P. Carlos A. Garzón López, S.F.

Wednesday, February 4, 2015

"Para un religioso progresar es abajarse en el servicio" (Papa Francisco)

En la Jornada de la Vida Consagrada el Santo Padre ha presidido la eucaristía en la Fiesta de la Presentación del Señor

El fortalecimiento y la renovación de la vida consagrada se realizan a través de un gran amor a la regla, y también a través de la capacidad de contemplar y escuchar a los ancianos de la congregación. Así lo ha expresado el santo padre Francisco este lunes por la tarde en la misa de la Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada, que ha presidido en la Basílica Vaticana.

De este modo, el Papa ha explicado en la homilía, que el carisma de cada familia religiosa es custodiada por la obediencia y la sabiduría, juntas. Y a través de este camino “nos evitamos vivir nuestra consagración de una manera ligera y descarnada, como si fuera una gnosis, que se reduciría a una ‘caricatura’ de la vida religiosa, en la que se implementa una sucesión sin renuncia, una oración sin encuentro, una vida fraterna sin comunión, una obediencia sin confianza, una caridad sin trascendencia".

El Santo Padre ha presidido la celebración eucarística junto a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, ceremonia que inició con la bendición de las velas y la procesión. Además, han concelebrado sacerdotes pertenecientes a órdenes, congregaciones e institutos religiosos.

Francisco ha invitado a imaginar a María que camina con el Niño Jesús en brazos, lo lleva al templo, lo introduce en el pueblo, le lleva a encontrar a su pueblo. Los brazos --ha asegurado el Papa-- son como la “escalera” sobre la que el Hijo de Dios desciende hacia nosotros, la escalera de la condescendencia de Dios.

De este modo, el Santo Padre ha explicado el doble camino de Jesús: Él ha descendido, se ha hecho como nosotros, para subir al Padre junto con nosotros, haciéndose como Él. Y este movimiento podemos contemplarlo “en el corazón, imaginando la escena evangélica de María que entra en el templo con el Niño en brazos. La Virgen camina, pero es el Hijo quien camina antes que ella”.

 “Quien sigue a Jesús se pone en el camino de la obediencia, imitando la condescendencia del Señor, abajándose y haciendo propia la voluntad del Padre, también hasta la destrucción y la humillación de sí mismo”,  ha asegurado el Papa. Para un religioso --ha indicado-- progresar es abajarse en el servicio.

Por otro lado, el Papa ha explicado que este camino toma forma en la regla, marcada por el carisma del fundador. “La regla insustituible, para todo, es siempre el Evangelio, este abajarse de Cristo, pero el Espíritu Santo, en su creatividad infinita, lo expresa también en distintas reglas de vida consagrada, pero todas nacen de la sequela Christi, de este camino de abajarse sirviendo”.

A continuación, el Pontífice ha recordado que la alegría del religioso es consecuencia de este camino de abajarse con Jesús. Por eso, cuando un religioso está triste debería preguntarse cómo está viendo esta dimensión kenótica, ha propuesto el Papa.

En el pasaje de la Presentación de Jesús, la sabiduría está representada por dos ancianos: Simeón y Ana. “El Señor les ha dado la sabiduría a través de un largo camino en la vía de la obediencia a su ley, obediencia que, por una parte, humilla y destruye, pero, por otra parte, cuida y garantiza la esperanza, y ahora son creativos porque están llenos del Espíritu Santo.

Como en el caso de María, ha explicado el Santo Padre, también el anciano lleva al niño, pero, en realidad, es el niño que conduce al anciano. Al respecto el Papa ha observado que es curioso que aquí no son los jóvenes los creativos: “Los jóvenes, como María y José, siguen la ley del Señor, el camino de la obediencia. Y “el Señor transforma la obediencia en sabiduría, con la acción de su Santo Espíritu”, ha añadido. Francisco ha recordado que la obediencia y la docilidad no son una cosa teórica.

Asimismo, ha asegurado que “a través del camino perseverante en la obediencia, madura la sabiduría personal y comunitaria, y así se hace posible también adaptar las reglas a los tiempos: la verdadera ‘actualización’, de hecho, es obra de la sabiduría, forjada en la docilidad y la obediencia.

Finalmente, el Santo Padre ha afirmado que al igual que María y Simeón “queremos tomar en brazos a Jesus para que se encuentre con su pueblo”. Asimismo ha invitado: “Guiamos Jesús pero nos dejamos guiar. Esto es lo que debemos ser: guías guiados”.

Fuente:zenit.org