Monday, February 17, 2014

¿Qué importa que un cura no vista su sotana? por P. Jaime Tovar Patrón



Reproduzco un artículo que Arthur Chacín desde Venezuela ha colgado en la página de Facebook "Hijos de la Sagrada Familia". Es la segunda entrada en la que hace referencia a este tema y me parece que puede favorecer la reflexión y el debate.

EXCELENCIAS DE LA SOTANA

Esta breve colección de textos nos recuerda la importancia del "uniforme sacerdotal", la sotana o hábito talar. Valga otro tanto para el hábito religioso propio de las órdenes y congregaciones. En un mundo secularizado, no hay mejor testimonio cristiano de parte de los consagrados a Dios que la vestimenta sagrada en los sacerdotes y religiosos.

Siete excelencias de la sotana

"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?"

Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste realidad.

La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136).

Código de Derecho Canónico (1983): Título III. De los ministros sagrados o clérigos 284 Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar. 285. 1. Absténganse los clérigos por completo de todo aquello que desdiga de su estado, según las prescripciones del derecho particular. 2. Los clérigos han de evitar aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas, son extrañas al estado clerical.

Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano.

Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que ella no se preocupa de niñerías.

Seguidamente exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.

1º - El recuerdo constante del sacerdote

Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia la categoría o clase que éste representa.

2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo

No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.

Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.

Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo. Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas, ¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.

3º - Es de gran utilidad para los fieles

El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio no es una profesión, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.

4º - Sirve para preservar de muchos peligros

¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.

Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.

Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.

Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.

5º - Ayuda desinteresada a los demás

El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?

6º - Impone la moderación en el vestir

La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.

Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.

7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia

Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.

Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.


EL AUTOR: El Padre Jaime Tovar Patrón, coronel capellán, ocupó importantes responsabilidades en el Vicariato Castrense. Oriundo de Extremadura, España, fue rotundo orador sacro. Autor del libro Los curas de la Cruzada, auténtica enciclopedia de los heróicos sacerdotes que desarrollaron su labor pastoral entre los combatientes de la gloriosa Cruzada de 1936. Es además, una historia del sacerdocio castrense. Falleció en enero del 2004.

CONVIENE RECORDAR: Muchos sacerdotes y religiosos mártires han pagado con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia desatado en las terribles persecuciones religiosas de los últimos siglos. Muchos fueron asesinados sencillamente por vestir la sotana. El sacerdote que viste su sotana es para todos un modelo de coherencia con los ideales que profesa, a la vez que honra el cargo que ocupa en la sociedad cristiana.

Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, también es cierto que el monje viste hábito y lo viste con honor. ¿Qué podemos pensar del militar que desprecia su uniforme? ¡Lo mismo que del cura que desprecia su sotana!

Fuente: Fondo Cultural Católico

¿Un cura puede enamorarse de una mujer?, por Jose Luis Rubio

- ¿Un cura puede enamorarse de una mujer?- lanzo la pregunta al aire en la clase cuando voy ha hablarles del enamoramiento y de la decisión de amar.
- Pues no, no puede- contestan algunos
- ¿Y por qué no?
- Pues por eso, porque es cura.

Ciertamente el campo está abonado, existe una confusión de términos a aclarar y que por tanto nos permitirá descubrir cosas nuevas juntos.

Tenemos que ver entonces una cosa, ¿los sentimientos son voluntarios o involuntarios?- casi todos se quedan pensando, por los gestos que hacen no lo tienen nada claro.

- Os pondré un ejemplo ¿tú puedes decidir que alguien te caiga mal?, ¿puedes decidir que una cosa te dé miedo?
- Pues no- suelta el más decidido- yo no puedo hacer que me den miedo... las escaleras.
- Correcto, aunque es probable que te diesen miedo si de pequeño te caiste por una, pero como bien dices eso no lo decidiste tú
- ¿Pero lo de que alguien te caiga mal? Yo decido con quien me junto o de quien paso...
- Sí, pero no confundas, la decisión que tomas es posterior a tus sentimientos- pone cara de escepticismo- Veamos, dime el nombre de una amiga tuya muy amiga- me dice un nombre- Pues bien, haz que ahora mismo te caiga mal, decide que te resulte antipática.
- Eso no puedo hacerlo, si me cae mal alguna vez será por algo...- su rostro se ilumina mientras lo va diciendo, ya lo ha entendido
- Pues lo mismo ocurre con enamorarse, enamorase es un sentimiento y los sentimientos se forman en nuestra mente sin nuestra voluntad, normalmente relacionados tanto con nuestras emociones como con nuestras experiencias pasadas, por eso a veces son tan sorprendentes.

¿sorprendentes?

Sí, un día resulta que te vuelve loquita ese compañero tuyo que tiene gafas y tú te preguntas ¿pero cómo me tiemblan las rodillas ante este chico si a mí nunca me han gustado los que llevan gafas? - las chicas ríen, ellos se hacen los duros- o resulta que no puedes quitarte de la cabeza a esa chica delgadita cuando a ti siempre te han llamado la atención las pechugonas- ahora ríen todos.

La cosa parece que marcha, los chicos están interesados y puedo seguir profundizando.

Ahora bien, los sentimientos son muy importantes, forman parte de nosotros, pero pueden ser también peligrosos y por eso debemos aprender a manejarlos

- ¿Pero no has dicho que son involuntarios, que no dependen de nosotros?

Que surja un sentimiento no puedes evitarlo, pero sí que puedes fomentar las circunstancias en las que es posible que aparezcan o evitarlas hasta que disminuyan- esto ha sonado a chino- Vuelvo a los ejemplos, te ha llamado la atención una chica, tú procuras hablarle, conocerla un poco mejor, intentar quedarte con ella a solas... es posible que así surja el enamoramiento... o no, que no haya ningún tipo de “magia”. O al revés, te ha hecho gracia la novia de tu mejor amigo, y evitas esas mismas circunstancias para que no surja nada más que complique vuestra amistad.

- ¿Incluso si te has enamorado ya?

- Incluso, aunque no sin dolor. ¿Recordáis el caso del cura que os pregunté? Veamos, un cura de repente nota que se ha enamorado de una chica de su parroquia, es un sentimiento que le ha surgido, no lo puede evitar. Pero por mucho que le guste, él ha decidido ser cura y esa es su auténtica vocación, ¿qué puede hacer?

- Pues probablemente algo como lo que has dicho- contesta uno- evitar quedarse con ella a solas, no darle ningún trato especial ni interesarse en sus circunstancias personales...

- Es muy correcto. Y así es posible que el sentimiento vaya disminuyendo hasta desaparecer, o incluso aunque así no sea, que el sacerdote sea responsable con su vocación y se diga a sí mismo “aunque me he enamorado de esta chica, no quiero dejar de ser sacerdote, y me guardaré este sentimiento para mi, pero nada más”

- ¿Y los que no son sacerdotes?

- Lo mismo, enamorarse es involuntario, decidir amar no. Si te enamoras de un chico que es un violento y piensas que una relación con él sería un peligro, te apartas, como del fuego.

- ¿Pero eso no es ir en contra de lo que realmente somos?

- No, pero gracias por la pregunta, por que esa es la cuestión del millón. Los sentimientos forman una parte importante de mí, pero no son yo. Yo soy mucho más que sentimientos, también tengo inteligencia, razón, voluntad, moral, proyectos... obrar sólo por sentimientos es un absurdo. Veamos, si un señor de 50 años casado y con hijos deja a su familia y se va con una chica de 25, ¿podemos disculparlo por que son sus sentimientos?

- Pues no, ese tío es es un sinvergüenza.

- Pues igual ocurre con toda nuestra vida. Yo puedo tener odio hacia alguien, pero puedo decidir tratar de aminorarlo o matar a esa persona

- ¿Y con el amor?

- Permíteme que te conteste con una pregunta, cuando vayas a casarte y le digas a tu novio lo de “prometo amarte en la salud y la enfermedad todos los día de mi vida” ¿qué estás comprometiendo, tus sentimientos o tu voluntad?- silencio- dicho de otra manera ¿tu puedes saber lo que sentirás dentro de 20 años?- niegan con la cabeza- pues entonces no puedes comprometer tus sentimientos, ya que no tienes control sobre ellos, lo que puedes comprometer es tu voluntad, que libremente has decidido estar con esa persona, apoyarle y acompañarlo el resto de tu vida- “tensión” en el ambiente.

- ¿Pero entonces debemos seguir con alguien aunque se haya pasado el amor?

- No el amor, el enamoramiento. Ese enamoramiento romántico que os hace estar tan capullos- ríen- desaparece, es ley de vida. Pero si eres consecuente con tu decisión, sobre él crece lo que llamamos el amor verdadero, que tiene mucho más que ver con la complicidad, la ternura o la compenetración, eso es lo que te hace amar de verdad.

La idea general está clara, pero aún hay mucho que matizar...

FUENTE: religionenlibertad.com