Saturday, December 21, 2013

Del celibato sacerdotal: una reseña histórica, por Luis Antequera


Concilio de Elvira (aprox. 310)

El primer pronunciamiento claro de la Iglesia al respecto del celibato que deben mantener los sacerdotes cristianos, no es excesivamente temprano, y data del Concilio de Elvira, un concilio español, primero de los celebrados en Europa, por cierto, convocado en tierras de lo que hoy es Granada hacia el año 310, y cuyo canon 33 reza:

“Se está de acuerdo en la completa prohibición, válida para obispos, sacerdotes y diáconos, o sea, para todos los clérigos dedicados al servicio del altar, que deben abstenerse de sus mujeres y no engendrar hijos”.

Canon que encierra dos cuestiones latentes. En primer lugar, el de Elvira es un concilio de ámbito local -los concilios ecuménicos con autoridad sobre todo el orbe cristiano aún están por producirse-, por lo que sólo obliga dentro del marco geográfico en el que ese concilio tiene autoridad, en este caso el sur de España, y no en el de toda la cristiandad.

En segundo lugar, la Iglesia insistirá siempre en que dicho concilio, como toda la normativa que en los siglos siguientes se producirá al respecto, no contiene tanto órdenes de nuevo cumplimiento, como la ratificación de las que ya estaban en vigor.

Sin embargo, no se habla propiamente, como vemos, de la prohibición de los sacerdotes para casarse (probablemente en vigor), sino de la de abstenerse de sus mujeres, lo que demuestra que, de acuerdo con la normativa vigente o contrariamente a ella, lo cierto es que los sacerdotes se casaban.

Concilio de Roma (368), Sínodo de Tours (567), Sínodo de Sevilla (633)

La conducta ordenada en Elvira, irá abriéndose paso a lo largo de los siglos en otras iglesias locales, y en similar sentido se expresan el Concilio de Roma convocado por el Papa Siricio en tiempos tan tempranos como 368, el Sínodo de Tours de 567, o el convocado por San Isidoro de Sevilla en 633.

Tampoco faltan pronunciamientos en el ámbito papal, entre ellos los de San Inocencio I (401-417), San León Magno (440-461), o San Gregorio Magno (590-604). Los mismos sin embargo, no tienen todavía carácter universal, y se refieren más bien a la actividad de cada Papa como Obispo de Roma. Tanto así que, en respuesta al rey Pipino de Francia, el Papa San Zacarías (741-752) deja el tema al arbitrio de cada iglesia nacional.

Primer y Segundo Concilio Lateranense (1123 y 1139)

Un giro de no poca importancia en lo concerniente al tema que nos ocupa, se produce en los dos primeros Concilios Lateranenses, éstos sí, ecuménicos, concretamente noveno y décimo de los mismos.

En el primero, en 1123, se reglamenta que el candidato a las órdenes religiosas debe abstenerse de su mujer, por lo que si bien la orden tiene ya carácter universal, transcendiendo en ello la decisión tomada ocho siglos antes en Elvira, en una cosa sigue siendo igualmente relativa, y es que no prohíbe al sacerdote la contracción de matrimonio, sino la de usar de él (y, además, a partir de un determinado momento, aquél en el que se produce el Concilio). La prohibición absoluta y total sólo se regulará en el II Concilio Lateranense, celebrado en 1139, dieciséis años después.

Comoquiera que sea, y aun a pesar de lo extremadamente controvertido del tema en la actualidad, y hasta de la rebeldía que se aprecia en algunos sectores de la Iglesia en lo relativo al mismo, los textos eclesiásticos modernos se ratifican en el celibato sacerdotal.

Así lo hace la encíclica de Pablo VI titulada Sacerdotalis celibatus.

El Catecismo de la Iglesia es suficientemente claro: “[Los sacerdotes] son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el reino de los Cielos” (Cat. 1579)

El Código de derecho canónico no lo es menos: “[Los sacerdotes] están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el reino de los Cielos, y por tanto quedan sujetos a guardar el celibato” (CodCan. 277).

Concesiones

Ahora bien, la cuestión no es considerada de tipo dogmático, lo que va a permitir que Roma haga determinadas concesiones en materia de celibato sacerdotal.

Y entre ellas, en primer lugar, las relativas a ciertas iglesias de obediencia romana que, por su situación de difícil comunicación con la jerarquía en determinados momentos históricos, no se han visto sometidas nunca a algunos comportamientos, como es, en el caso que nos ocupa, el del celibato: tal es la situación, por ejemplo, de los maronitas iraquíes, sometidos a la obediencia romana.

En segundo lugar, las relativas al movimiento ecuménico que con tanto ahínco alimenta hoy día el Vaticano, y que han permitido aceptar en la obediencia romana a sacerdotes anglicanos que estaban casados antes de su conversión católica.

En tercer lugar, las dispensas papales concedidas desde Roma –sabido es el gran número de las que otorgó el Papa Pablo VI- para que algunos sacerdotes, abandonando eso sí, las prerrogativas sacerdotales, que no el orden en sí -el sacramento del orden imprime carácter y es por lo tanto, irrenunciable-, procedieran al matrimonio.

Protestantes

Uno de los grandes caballos de batalla de las diversas reformas protestantes, y en esto coinciden luteranos, calvinistas y zwinglistas, es el ataque al celibato sacerdotal. El mismo Lutero, monje agustino, con obligación celibática, por lo tanto, en su etapa pre-reformista, casará con la monja Catalina Von Bora, con voto de castidad igualmente, la cual le dará varios hijos.

Ortodoxos

En el ámbito ortodoxo, el celibato existe, pero no es tan estricto como en el católico: de hecho, es posible tomar las órdenes estando casado, no siendo posible, sin embargo, el paso contrario, esto es, el consistente en casarse habiendo tomado las órdenes.

Fuente: religionenlibertad.com

Del celibato en el Antiguo Testamento, por Luis Antequera


¿Es la hipótesis del celibato aceptable según los cánones del Antiguo Testamento? Un vistazo a vuela pluma del gran libro de los libros apunta en contra de ello. El gran patriarca Jacob tiene doce hijos y de cuatro mujeres diferentes, dos de ellas hermanas y las otras dos, esclavas de las hermanas.

El amado rey Salomón “tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas” (1Re. 11,3). Muchos son los pasajes bien conocidos del Antiguo Testamento en los que observamos como Yahveh procede a una actuación bien personal para evitar que sus hijos más queridos (Abraham, Elcaná), queden marcados con el estigma de la falta de descendencia.

Cuando el Levítico expone la regla de la pureza que debe observar el sacerdote del Templo, no hace la menor referencia a ninguna continencia de tipo sexual. Lo más parecido que dice al respecto es que los sacerdotes “no tomarán por esposa a una mujer prostituta ni profanada, ni tampoco una mujer repudiada por su marido” (Lv. 21,7). Algo más estricto se muestra con el sumo sacerdote, pero todo aquello a lo que le obliga es a tomar “una virgen por esposa” (Lv. 21, 13).

Buena prueba de que en el sacerdocio judío no se exige el celibato, es la maldición que Yahveh emite a Aarón ante una falta cometida por éste: “Tú y tus hijos cargaréis con las faltas de vuestro sacerdocio” (Nu. 18, 1).

Existe en el Libro de los Números un tipo de consagración especial a Dios, el llamado nazireato (ver Nu. 6, 1), no necesariamente definitivo sino que puede tener una duración determinada, el cual incluye una serie de ritos purificadores tales como no beber vino ni bebidas embriagantes, ni pasar navaja por la cabeza, ni acercarse a cadáver aunque fuera el del padre o la madre... Pues bien, dicho rito no incluye ningún tipo de prescripción sexual.

Saliendo del Antiguo Testamento pero sin irnos muy lejos, -nos quedamos en la otra obra magna, junto con la Biblia, de la literatura clásica judía, el Talmud- una sentencia del rabino Eliazar ben Hircano declara que el que se niega a tener descendencia es comparable a un asesino (Talmud de Babilonia, yebamot 63b).

Dos son los pasajes más frecuentemente citados para argumentar a favor del celibato en el Antiguo Testamento, pero ninguna de ellos hace gran servicio a los que buscan valerse de ellos.

El primero acontece cuando Moisés, informado por Yahveh de que en tres días va a recibir las tablas de la Ley, ordena a su pueblo de una manera que se antoja algo caprichosa pues no conocemos otro episodio similar en el Antiguo Testamento: “no os acerquéis a vuestra mujer” (Ex. 19, 15). Pero se trata de una abstención temporal, con fecha de caducidad por cierto, muy próxima, el día que recoja las tablas: tres días de abstinencia, pues, ni uno más.

El segundo es el episodio en el que el mismo Dios advierte a su profeta Jeremías: “no tomes mujer, ni tengas hijos ni hijas” (Jr. 16, 2), si bien el versículo finaliza diciendo “...en este lugar”, lo que lo convierte casi en un contrargumento, al referir la inconveniencia de tomar mujer al lugar y no al hecho en sí: es decir se trata más de una penitencia para el lugar que para el receptor de la orden.

De hecho, es preciso convenir que la exigencia de la pureza sexual -que no de otro tipo- para llevar a cabo determinados actos rituales por una casta especial llamada de sacerdotes o de cualquier otra manera, procede en el cristianismo más bien del legado clásico del que también es tributario, que de su herencia hebrea. A modo de ejemplo, el griego Demóstenes señala que antes de tomar contacto con objetos sagrados, el que lo hiciera había de observar continencia sexual durante un número determinado de días. El culto de no pocas deidades clásicas se encomendaba a vírgenes: así Artemisa, Atenea, Dionisos, Hércules, Poseidón, Zeus, Apolo y otros. El grado extremo de esta conducta se producía entre los sacerdotes de Cibeles que, como informan Juvenal u Ovidio, procedían a la autocastración ritual. Imbuido de ese ansia extremo de pureza sexual, uno de los grandes cristianos de la Patrística, nada menos que Orígenes, también procederá a la autocastración.

Fuente: religionenlibertad.com

Del celibato en San Pablo, por Luis Antequera


Si al analizar los textos del Antiguo Testamento fue preciso reconocer que había pocos argumentos a los que asirse para poder justificar la opción del celibato entre los sacerdotes (judíos, bien entendido), al realizar el mismo trabajo con los textos paulinos, debemos reconocer que el pronunciamiento de su autor hacia la opción del celibato es sumamente clara. Y ello en un momento en el que, conviene recordarlo, no sólo es que el celibato no esté aún institucionalizado en el cristianismo, es que ni siquiera lo está el sacerdocio tal como lo conocemos hoy día.

Dice San Pablo:

“El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de agradar a su mujer; está por lo tanto dividido” (1Co. 7, 33-34).

Pablo incluso anima a los cristianos a la opción del celibato, sobre la que reconoce que es la suya: “No obstante, digo a los célibes y a las viudas: bien les está quedarse como yo” (1Co. 7, 8).

Y todo ello, aún a pesar de que en los textos paulinos casi es más fácil encontrar argumentos en contra del celibato de los sacerdotes (o de lo que entonces existe más parecido a un sacerdote según lo entendemos hoy), que a favor.

“Si alguno aspira al cargo de epíscopo [=obispo], desea una noble función. Es pues necesario que el epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez” (1Tm. 1-2, muy parecido en Ti. 1, 6).

Es decir, que a pesar de que Pablo opta para sí mismo por el celibato, a la hora de hablar de lo más parecido que en su época existe al sacerdocio que son los epíscopos, no sólo no les pide el celibato, es que se conforma con que estén casados una única vez, esto es, que no sean polígamos. Y es que en la época de Jesús y de Pablo entre los judíos, y consecuentemente entre los primeros cristianos como deducimos de la Carta a Timoteo, aunque no frecuente, la poligamia es una realidad con la que se convive.

Volviendo al tema inicial del celibato, sobradamente conocido es que el mayor de los apóstoles, Pedro, era casado, pues uno de los primeros milagros de Jesús consistió justamente en curar a su suegra (cfr. Lc. 4, 38-39). La generalidad de los apóstoles debía de serlo, a juzgar por las palabras de San Pablo cuando después de defender su opción por el celibato, tiene que justificar el hecho de que le acompañen mujeres:

“¿Por ventura [...] no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?” (1Co. 9, 5).

Fuente: religionenlibertad.com

Del celibato de Jesús en los apócrifos, Luis Antequera


¿Existe alguna fuente, por extracanónica que sea, que abone la tesis de un contacto más allá de la meramente existente entre el maestro y la discípula, entre Jesús y la Magdalena? Pues bien, existir sí existen. Conozcámoslas. Se trata de dos textos diferentes, procedentes los dos del fabuloso descubrimiento de Nag Hammadi, una biblioteca de libros de la secta gnóstica, la primera gran herejía que sacude el cristianismo en tiempos tan tempranos como el s. I, hallada en la ciudad de ese nombre en Egipto en el año 1945.

El primero es el llamado Evangelio de Felipe, en el que leemos lo siguiente:

“La compañera [de Cristo es María] Magdalena. [El Señor amaba a María] más que a [todos] los discípulos y la besó en [la boca repetidas] veces. Los demás [...] le dijeron: “¿Por qué [la quieres] más que a todos nosotros?” El Salvador respondió y les dijo: “¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?” (EvFe. 55).

Texto que cabría completar con el que en el mismo libro dice: “Los perfectos son fecundados por un beso y engendran. Por eso nos besamos nosotros también unos a otros y recibimos la fecundación por la gracia” (EvFe. 31).

En cuanto al segundo, existe igualmente un texto procedente del mismo hallazgo y por lo tanto con idéntica inspiración gnóstica, expresamente dedicado a la figura de María Magdalena, del que sólo se conocen dos fragmentos, uno copto y otro griego: se trata del Evangelio de María. En él leemos como cuando Magdalena informa a los apóstoles que Jesús ha resucitado, encuentra la incomprensión de Pedro, quien la increpa con violencia, objetándole que no tiene sentido que Jesús se haya manifestado a ella sin haberlo hecho antes a ellos. Semejante agresión no queda sin respuesta, la cual proviene del mismo colegio de apóstoles:

“Entonces Leví [el apóstol Mateo] habló y dijo a Pedro: “Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuese un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente, por eso la amó más que a nosotros”” (EvMg. 18).

El fragmento griego del mismo, relatando la misma escena, pone en boca de Leví estas palabras algo diferentes: “El [Jesús] al verla [a Magdalena] la ha amado sin duda”.

Basarse en estos textos para tratar de sostener una relación marital de Jesús obliga a poner en contexto esos textos para darles el correcto valor histórico que puedan tener. Intentar basarse en los textos evangélicos es un completo disparate, cuando no un verdadero fraude.

Fuente: religionenlibertad.com

Del celibato de Jesús en el Evangelio, por Luis Antequera


Mucho es lo que se ha dicho y escrito sobre el celibato de Jesús, tratando de encontrar en los textos evangélicos los más extemporáneos argumentos para justificar lo que en ningún lado de los evangelios está escrito. La verdad es que una lectura sana, sosegada, rigurosa y llana de los evangelios no puede conducir a otra conclusión que la del celibato de Jesús.

Lo más íntimamente cerca que Jesús se halla de una mujer en cualquiera de los cuatro evangelios es, sin duda, la que relata Juan en el episodio en el que al poco de resucitar, es hallado por la Magdalena, la mujer más veces nombrada en los textos evangélicos después de María, y cuando la buena mujer se va a abalanzar sobre Jesús, y éste le responde: “noli me tangere”, “no me toques, que aún no he subido al Padre” (Jn. 20, 17).

Jesús no tiene ninguna aversión hacia el sexo femenino. Lo demuestran tantos episodios salpicados por todo el Evangelio en los que se le ve departiendo con mujeres con toda naturalidad: el perdón a la prostituta, la samaritana varias veces casada, Marta y María..., incluso aquélla anónima que le grita : "¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!" (Lc. 11, 27). 

Lo demuestra sobre todo, el episodio sublime, uno de los más bellos de todo el Evangelio en el que salva a la adúltera de una muerte segura por lapidación:

“Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»” (Jn, 8, 3-11).

Trate Vd. de visualizar la escena. Más aún, trate Vd. de ponerse en el lugar de Jesús y protagonizarla. Intente sentir las sensaciones y emociones que pudo sentir un hombre en su pellejo mientras esperaba, rodilla en tierra, a ver qué efecto tenían sus palabras en sus compatriotas: un efecto que, según conocemos porque Juan ya nos ha relatado su final, fue el de que no voló por los aires una sola piedra.

Pero que mirado desde el momento anterior a la escena, seguramente tenía un desenlace mucho más probable, cual es el de que la primera piedra se la hubiera llevado el propio Jesús en la cabeza. Un Jesús que no les miraba, que sólo “escribía en la tierra”, y que no tenía porque haberse complicado su ya de por si atribulada existencia con la defensa de la más deleznable de las criaturas en la sociedad en la que él vivía: una adúltera.

Pues bien, con todo lo dicho y aún así, la opción que realiza Jesús por el celibato es clara, evidente, rotunda, no deja lugar a dudas. Se lo dice a Pedro:

“Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente, y en el mundo venidero, vida eterna” (Lc. 18, 29-30).

De quien alguien podría argumentar: sí, decide dejar a las mujeres, pero eso justamente, significa que la tenía, que no siempre fue célibe en definitiva, aunque lo fuera en el momento en el que realiza la afirmación. ¿Qué decir entonces de esta otra declaración, en la que Jesús se rebaja a la especie de uno de los apestados de la sociedad para escenificar su opción?:

“Hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el reino de los cielos. Quien pueda entender que entienda” (Mt. 19, 12).

Lo cierto, sin embargo, es que la opción celibataria en tiempos de Jesús es una opción difícil de justificar porque el celibato no es en modo alguno una opción contemplable en la idiosincrasia judía de la época de Jesús. Salvo en un medio, ojo. Porque efectivamente, en tiempos de Jesús, sí había un grupo humano que efectivamente practicaba el celibato: se trata de los esenios, de los que nos dice Flavio Josefo en su libro de las Antigüedades: “Y ni toman esposas ni practican la posesión de esclavos” (Ant. 18, 21)

Uno más de los argumentos, no el único, por cierto, que abonan un posible contacto de Jesús con un grupo humano tan curioso como marginal dentro del judaísmo.

La pregunta llegados a este punto es: ¿existe alguna fuente, por extracanónica que sea, que abone la tesis de un contacto más allá de la meramente existente entre el maestro y la discípula, entre Jesús y la Magdalena? Existir, sí, existen. Pero como por hoy ya le he fatigado bastante, dejaremos, amigo lector, si Vd. me lo permite, la cuestión para un próximo y pronto artículo, con el que daremos por terminada la serie que hemos dedicado al celibato en los textos cristianos.

Fuente: religionenlibertad.com

Wednesday, December 11, 2013

Carmelita italiano: "Vivir en un convento con 2.000 desplazados", "Les hemos dado la bienvenida con los brazos abiertos"

"En el Carmelo hemos alojado a más de 2.000 personas. Es difícil contarlos a todos. Vienen de diferentes barrios. La mayoría son niños muy pequeños con sus madres", dice el padre Padre Federico Trinchero, carmelita descalzo misionero italiano de 35 años, superior y maestro de los alumnos del convento de Notre Dame du Mont Carmel en Bangui, capital de la República Centroafricana, donde la seguridad sigue siendo precaria a pesar de la intervención de las tropas francesas y africanas.

Justo la noche entre el 9 y el 10 de diciembre, dos soldados franceses murieron en un enfrentamiento con las bandas armadas en las calles de la ciudad. El convento, relata el misionero que trabaja en la República Centroafricana desde hace 4 años, había acogido al primer grupo de 600 personas el 5 de diciembre, cuando estalló un combate violento entre los rebeldes Seleka y las milicias "anti Balaka".

Después el 6 de diciembre, cuando el toque de queda había terminado, varias personas trataron de regresar a casa, pero la reanudación de los combates han hecho regresar a los desplazados al convento, a los que se han sumado más tarde cientos de otras personas. "Les hemos dado la bienvenida con los brazos abiertos. Los hemos acomodado lo mejor que hemos podido. Aunque la lluvia, en un determinado momento muy fuerte, ha complicado todo ¡haciéndolo más difícil", dice el padre Federico.

La condiciones de seguridad precarias bloquean la llegada de alimentos y medicinas al Carmelo, pero esto no ha impedido al p. Federico y a sus "invitados de honor", como él llama a los desplazados, el organizar de la mejor forma posible la vida comunitaria. "A las 9:00 am parte la recogida de basura... porque alrededor de 2000 personas que están en un espacio menos grande de un campo de fútbol, sin duda tienen sus necesidades y algunos inconvenientes. Si vamos a ser un campo de refugiados tenemos que hacerlo bien", dice el padre. Federico.

"Con los niños limpiamos toda la zona. Luego, en fila india, nos lavamos las manos y como premio tenemos una tortita. Mientras tanto, la gente cocina, lava a los niños, lava la ropa y la tiende. Incluso la red de voleibol se convierte en un cómodo tendedero para la ropa. Organizamos el acceso al agua y al baño, desinfectamos con lejía y delimitamos las zonas con cal".

P. Federico, que se las arregla para mantener contacto con el resto del mundo, concluye diciendo "sabemos que hay gente orando por nosotros. A todos ellos les digo gracias".

Fuente: Agencia Fides

Thursday, November 28, 2013

La Alegría del Evangelio, n. 92: Sobre la Comunidad

La Alegría del Evangelio 
(Exhortación Apostólica del papa Francisco)
24 de noviembre, 2013

Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno. Precisamente en esta época, y también allí donde son un «pequeño rebaño» (Lc 12,32), los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva.[70] ¡No nos dejemos robar la comunidad!

Sunday, November 24, 2013

De cirujano torácico a monja Carmelita Descalza

Sor Leticia: La monja que hacía esgrima

Sor Leticia: Fue campeona de España de esgrima y hoy es maestra de novicias en un convento. Leticia decidió dejarlo todo y entrar en el convento de clausura de las dominicas de Lerma.



Sor María Leticia


Hace 17 años, Leticia, una joven burgalesa, decidió cambiar el traje blanco de campeona de esgrima por el hábito blanco de las madres dominicas de Lerma. Hoy es Sor María Leticia de Cristo Crucificado, maestra de novicias.

Leticia nació en 1977, en una familia de clase media. Sus padres no solían ir a misa, pero procuraban que sus hijos acudieran a catequesis. «A los doce años dejé la parroquia; la misa la veía como un teatrillo».

Buscaba éxito pero estaba vacía

Joven y desapegada de la Iglesia, Leticia se volcó en el deporte. «Mi corazón buscaba el éxito. Sentía dentro de mí algo muy grande que dar, y la Iglesia me cortaba las alas». Descubrió la esgrima, y ese deporte le dio sus mayores éxitos, pero tras ellos sentía grandes vacíos.

Fue tres veces campeona de España y llegó a ser seleccionada para los Juegos Olímpicos. «Fueron años de mucha satisfacción momentánea. Llegaba al hotel después de ganar y me sentía vacía. La gente me hacía creer que yo era dios, y no lo era», relata. Por ese tiempo Leticia decidió unirse a una pandilla de rockabillys. «Vestíamos de cuero, tachuelas en la cazadora y cinturones con hebilla». Era una vida de peleas, drogas y alcohol, que no la llenaba.

Unas monjas felices

Entonces una amiga le habló de una visita que había hecho a unas monjas de clausura, de cómo le había sorprendido la felicidad de sus rostros. Y Leticia visitó el convento para comprobarlo. «Eran felices sin tener nada, cuando yo no lo era teniéndolo todo».

Poco después, bailando en una discoteca, comenzó a sentirse indispuesta, salió a la calle y encontró una iglesia. Entró en ella. «Fue la primera vez que experimenté que allí dentro, en una iglesia, existía algo, y era algo bueno, que me daba paz». Leticia pensó que debía dejar aquella vida y volver a la Iglesia. «En medio de todo eso se me cruzó Dios y ya nada se podía comparar. Dejé la esgrima por unos brazos amorosos que te acogen».

No a los Juegos Olímpicos

El éxito de Leticia crecía y le propusieron acudir a los Juegos Olímpicos de Atlanta, pero ella ya había decidido dejarlo todo. Conoció a unos jóvenes del Camino Neocatecumenal y entró en una comunidad. Pasado un tiempo, sintió que debía hacer una experiencia con las dominicas de Lerma. «Allí sentí que un amor absoluto me llenaba. Me encontré con una Persona que me quería como era, con Dios».

El 8 de septiembre de 1995 la exitosa esgrimista entró en el convento de las dominicas de Lerma. Hoy tiene treinta y cinco años y es la maestra de novicias del convento. Conserva todas sus espadas y alguna vez le hace una demostración de esgrima a las chicas nuevas del convento.

Fuente: 
religionenlibertad.com

Sor Leticia: «Ahora la espada la tiene un ángel»
De campeona de España de esgrima 
a monja de clausura en Lerma, 
por Luis Gómez

Leticia González-Solís Pampliega es desde hace 16 años sor María Leticia de Cristo Crucificado, aunque todo el mundo le llama ‘Leti’, advierte.

Campeona de esgrima de España, cambió el florete por el hábito y con 19 años ingresó en el monasterio de clausura de las Dominicas de Lerma (Burgos), donde comparte vida con su hermana pequeña, Aroa. El viernes intervino, mediante videoconferencia, en las jornadas católicas del Palacio Euskalduna de Bilbao. «Nuestro Facebook es el locutorio».

– ¿Qué le llevó a abandonar su prometedora carrera deportiva y convertirse en monja de clausura?

– Creo que ni piensas en abandonar ni en ser monja, simplemente experimentas que has sido alcanzada por un amor nuevo que deslumbra y va haciendo que encajen las piezas de tu vida. Vas poniendo orden en los valores que tenías hasta ese momento.

– ¿Nunca había recibido hasta entonces la llamada de Dios?

– Dios estaba ahí... en el fondo del alma. Inquietaba, pero en un momento sale a flote con toda su fuerza... ¡Irresistible!

– Tenía el éxito en las manos, con su presencia en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. ¿Le costó mucho tomar esa decisión?

– En realidad, lo que me propusieron era empezar con los Europeos y formar parte de la selección española. No quiero sentirme heroica por lo que dejé. Tampoco sé hasta dónde habría llegado. Hallé algo mejor que no alcancé con mis entrenamientos. Él me alcanzó a mí.

– «La gente me hacía creer que era Dios, y no lo era». ¿Tan vacía se encontraba?

– Al principio, al hacerlo por diversión, es una gozada, pero cuando entra la competitividad todo cambia. Al descubrir que no tiene consistencia, tiemblas. Cuando dejas a Dios ser Dios, Él te alcanza y te alza... ¡con fundamento!

– Son pocas las personas que se deciden a dar este paso.

– Depende del amor irresistible que hayas experimentado. No me siento heroína, sino atraída por un amor al que no podía poner resistencia.

– Disfrutaba como cualquier joven de su edad.

– ¡Y me lo pasaba en grande! Me encantaba bailar hasta la madrugada, salir con chicos y disfrutar de todo lo que se ponía por delante. Incluso hice ‘puenting’.

– Se unió a una pandilla de ‘rockabillies’ y vistió de cuero y cazadoras de tachuelas. Sinceramente, cuesta imaginársela ahora así.

– ¡Suelta la imaginación!

– Aseguraba que «era una vida de peleas, drogas y alcohol».

– Sí y no. Tú sales para divertirte, la noche te envuelve y por menos de nada te encuentras con las peleas, la droga y el alcohol.

– ¿No le costó dejar atrás a los amigos y familiares?

– Puede entenderse al principio como un dejar, pero luego compruebas que nunca me he sentido más cerca de ellos ni les he querido más.

– ¿Su primera visita al convento de las Dominicas le marcó?

– ¡Me sorprendió!

– ¿Qué valores tienen los votos de pobreza, castidad y obediencia?

– Desde luego, no son renuncia. No me ha llamado el Señor a renunciar, sino a experimentar su amor. Vivir la pobreza me conduce a experimentar que Cristo es mi bien, todo mi bien; vivir la castidad me lleva a potenciar la capacidad de amar... amar a Cristo con todo mi ser, a vivir de su amor y también a amar a todos... ¡a todos!, sin que nadie se me cuelgue. La castidad me concede la libertad de amar y la obediencia me lleva a identificarme con Cristo. Le entrego mi libertad para que Él lo sea todo. Que también los que entregan su amor a otra persona le entregan su libertad.

– ¿Cómo se vive en clausura?

– La clausura la ven más los que están fuera. Las que vivimos dentro sabemos que estamos en un recinto pequeño. Nuestro mundo material es reducido. Pero, a la vez que experimentas la pequeñez de tu entorno, crece hasta el infinito el amor por todos los que están fuera, crece el corazón... ¡sin límites! Es limitado nuestro entorno, pero tenemos lo esencial para vivir nuestra consagración: el coro, nuestras hermanas, nuestro trabajo, nuestra huerta para pasear.

– ¿Mereció la pena cambiar el florete por el hábito?

– Claro. El florete, aunque lo usara muchas horas, no me arropaba. El hábito me recuerda que soy de Cristo y que es Él quien me arropa, me cubre, me protege... Es mucho más que un trozo de tela.

– En una sociedad en la que cada vez es más difícil vivir aislado, ¿los conventos son una muralla impenetrable?

– No, en absoluto. Tenga en cuenta que nuestra vocación es dominica. Está destinada a la evangelización, a dar testimonio de Jesucristo. Aunque no utilicemos las redes sociales, nuestro Facebook y Twitter es el locutorio, es poder mirar a la cara a quien viene a vernos y decirles que tenemos algo grande que decirles. Jesucristo te ama y quiere que seas feliz.

– ¿Cómo se ve el mundo desde dentro?

– Seguro que con más optimismo que como se ve fuera. ‘Vivir de Cristo’ tiene la ventaja de ver muchas de las realidades que nos envuelven. La mirada de Jesús es entrañable, cariñosa, positiva... ¡estimulante! Vemos a nuestra gente con hambre de conocer a Dios y, desde nuestra pequeñez, intentamos dar la luz de nuestro testimonio de vida.

– ¿Echa de menos el exterior?

– No, la clausura ayuda a tener la vida centrada y la Iglesia siempre ha cuidado que nuestra vida sea equilibrada. No vivimos de recuerdos. El presente nos llena de sobra.

– ¿Enseña a las novicias los movimientos y técnicas con la espada?

– A veces pasamos ratos de recreo con esto, pero no dejamos de verlo como una diversión.

– ¿Qué encontró en la esgrima?

– Me forjó una personalidad fuerte y constante y me enseñó a luchar y a no rendirme nunca. Disfruté de momentos de felicidad, pero la felicidad continua solo la he encontrado cuando conocí a Cristo y empecé a vivir de Él. Cuando la persona sabe competir, la esgrima es muy elegante y digno de ver. Los toques son muy artísticos. El único problema es que es uno contra uno y el compañerismo a veces...

– Conserva traje, espada y careta. ¿Regresará algún día a la esgrima?

– No. Conservo el equipo, pero ahora la espada la tiene un ángel a la entrada del Oratorio. Soy feliz con Cristo, por eso no le cambiaría nunca por la espada.

Fuente: 
elnortedecastilla.es 

Saturday, November 23, 2013

Misa de Acción de Gracias por la Beatifiación de los mártires Jaime Puig y 19 Compañeros en la Pquia. Sagrada Familia de Chimayo, New Mexico, Estados Unidos

El beato Pedro Roca Toscas, S.F. 
era hermano del P. Casimiro Roca Toscas, S.F., 
actualmente sirviendo en la Pquia. Sagrada Familia, 
Chimayo, NM (USA)


Consejos a un seminarista acerca de cómo estudiar, por el P. Fortea.

Me pregunta un seminarista qué consejos le podría dar para estudiar. Mis consejos son los siguientes:

Rezar al comenzar el estudio, esforzándote en hacer del estudio una forma de adoración.

No tener nada sobre la mesa más que el libro que lees y la hoja de papel en la que escribes. Fuera de eso, la mesa debe estar completamente vacía. Para un seminarista, una habitación en orden es signo de un alma en orden.

No se debe escuchar ninguna música mientras se estudia. La música desconcentra. Aunque hay excepciones a esta norma. Hay personas a las que no les desconcentra para nada. Y, por el contrario, les relaja mucho.

Descansar la vista cada cierto tiempo. Cerrando los ojos o mirando por la ventana a lo lejos. Se puede aprovechar para orar en esos momentos. Como mínimo hay que hacer un descanso cada hora de la vista. En ese descanso hay que andar un poco por la habitación.

Por supuesto, el teléfono debe estar apagado mientras se estudia. Una sola llamada no sólo nos hace perder tiempo mientras se habla. Sino que la mente no se centra durante varios minutos.

El tiempo de estudio debe estar fijado. Hora de comienzo, hora de término. A la hora de comienzo, hay que dejar todo por importante que sea, y sentarse a estudiar. La hora de comienzo hay que respetarla aunque se hunda el mundo. Insisto, se deja todo lo que se tenga entre manos, para sentarse y sumergirse en el estudio de la Ciencia de Dios.

Subraya muy poco. Cuanto menos se subraya, más se resalta lo que subrayas.

Hay que disfrutar con el estudio. El estudio debe realizarse con la alegría del monje que cava en un huerto, o el fraile que escoba el claustro. Hay que pedirle a Dios que nos enseñe cómo disfrutar con el estudio.

Espero que estos humildes consejos te puedan servir.

Un saludo

Sunday, October 20, 2013

Qué belleza la de estos estorninos que saben lo que es vivir en comunidad, Por M. Dolors Gaja, M.N.


Proyectaban este vídeo en un curso de liderazgo. Y yo iba pensando en la Iglesia, en la familia, en la Congregación, en cualquier comunidad humana.

Los estorninos producen, en algunos países del norte, un fenómeno que, por el ruido que emiten, ha sido bautizado con el nombre de murmuración o murmullo. Vuelan en inmensas bandadas, dibujando espectaculares imágenes en el cielo. Creo que, de ellos, podemos aprender varias lecciones:

No hay un líder, hay varios y, lo más importante, permanecen ocultos. Nuestros ojos no pueden diferenciar un estornino de otro pero la ciencia nos dice que los más débiles están en el interior, protegidos pero activos, vivos, participantes. Los fuertes, que son muchos, circundan toda la bandada. ¿Cuida nuestra sociedad del más débil?

Unos a otros, volando juntos, se protegen de los depredadores. Un estornino sólo es víctima fácil de un halcón. Y, aunque dicen que los pájaros no son los animales más inteligentes de la fauna, eso lo saben: saben que juntos son indestructibles. ¿Necesito mi comunidad, mi familia…o me gusta volar sólo?

Ríanse de la red, de internet y todo lo que quieran. Esta bandada está permanentemente comunicada, detectan dónde están los alimentos y, en milésimas, millares de estorninos lo saben.  Conseguir comida es un objetivo común que todos comparten y en el que todos colaboran. ¿Imaginamos un primer mundo que no acapara y muestra a todos cómo alcanzar una vida digna? Imaginemos,  un mundo donde todas las personas estemos conectados pero no por la red sino por los más altos y nobles ideales…

Sabemos que cada estornino trata de volar lo más cerca posible de sus vecinos, copiando instantáneamente cualquier cambio en velocidad o dirección. Son “un solo corazón, una sola alma…” Son individuos, pájaros con entidad propia, pero forman una sólida bandada capaz de admirar al mundo.

Su habilidad para volar es tal que nunca hay colisiones entre ellos. Y es que el estornino que hoy ejerce de líder, mañana secunda el vuelo y la dirección que otro marca. Son rápidos y flexibles.

Porque saben leer el viento.  No tienen una ruta aérea fija, se adaptan a las circunstancias, leen cielos plácidos o tormentosos y, en ellos, se protegen, se cuidan, se alimentan, se comunican… ¿Los cristianos sabemos leer las circunstancias y adaptar nuestra evangelización a lo que se necesita? ¿ O tenemos rutas fijas, tradiciones que no cambian y, a veces, nos convierten en seres lejanos?

Qué belleza la de estos estorninos que saben lo que es “vivir en comunidad”…

Saturday, October 19, 2013

M. Adela Blanes, "Para cambiar un pueblo, hay que formar a la mujer"


Adela Blanes es menuda y camina despacio. Su memoria, en cambio, resulta portentosa. Aterrizó en la tierra de los faraones hace más de medio siglo y desde entonces las fechas cruciales de la agitada historia del país árabe van zurcidas a las de su propia biografía.

A sus 84 años, esta misionera mallorquina del Sagrado Corazón presume de haber sobrevivido a Naser, Sadat, Mubarak y Mursi y es una de las vecinas más longevas de Bayadeya, un pueblo del Alto Egipto cincelado por su labor.

No existe fecha que trastabille el recuerdo de Adela. Pisó por primera vez El Cairo cuando los tambores tañían sones de guerra. Unos meses antes, el 26 de julio de 1956, el presidente Gamal Abdel Naser había anunciado la nacionalización del Canal de Suez. Y el control de la cotizada hendidura, arrebatada por el nacionalismo árabe al colonialismo, acabó en refriega a finales de octubre.

"A los veinte días de llegar fue la revolución de 1956. Pusieron en la puerta a todos los franceses y los ingleses y la mayoría de las monjas eran inglesas y francesas". "Vino la policía y dijo que todas las francesas e inglesas tenían que marcharse antes de una semana. Empezamos a hacer las maletas. Nos cortaron el teléfono y los militares se instalaron en el jardín del colegio", rememora. "Se pudieron quedar porque el nuncio nos proporcionó un documento de identidad del Vaticano. Desde la casa veíamos por la noche como caían las bombas sobre el aeropuerto", agrega desde la vivienda que la congregación tiene en Bayadeya, en la provincia de Minya, a 300 kilómetros al sur de la capital.

Hasta dar con el inmueble se atraviesan los canales del Nilo, por los que transitan los búfalos de agua o chapotean los niños del pueblo, y se deja atrás un laberinto de calles sin asfaltar jalonadas de viviendas humildes y campos de maíz. En esta ciudad de 28.000 almas y mayoría cristiana, Adela es una institución. Y una de las personas con más primaveras del lugar, dice ella mientras esboza una sonrisa. "Vine aquí con 26 años y ahora tengo 84. ¿Qué te parece a ti? ¿Qué es lo que más quiero? Para mí, Egipto. En España tengo a mis sobrinos que me reciben siempre con mucho cariño pero mi familia está aquí".

Varias guerra árabe-israelíes y dos destinos después, Adela empezó a echar raíces en esta villa de "felahin" (campesinos) en 1984. "Fue como pasar del primer al tercer mundo. No había electricidad ni agua corriente. La única manera de cambiar un pueblo es formando a la mujer", asegura. Y, sin desfallecer, la misionera se entregó a la tarea de educar a la población femenina. "Al llegar las niñas se casaban a los 11 y 12 años. Trabajé mucho concienciando a las mujeres y a los hombres porque aquí los peores eran los hombres".

"Impartí conferencias sobre los derechos de la mujer y les repetí que si querían cambiar el pueblo debían formar a sus hijas y mujeres. 'Vosotros os marcháis al campo o al trabajo pero la mujer esta todo el día en la casa y es la que educa a los hijos' les dije", indica Adela. No solo el matrimonio infantil la horrorizó. También la alta tasa de mortalidad entre los recién nacidos -"la mitad de los niños fallecía por tétanos"- y la atroz práctica de la ablación de clítoris, extendida entre cristianos y musulmanes.

"El 98 por ciento estaban circuncidadas. Hablé con las madres y las abuelas; les enseñé vídeos y les expliqué todas las consecuencias nefastas de la mutilación genital para el matrimonio. Al final logré que ninguna niña sufriera nunca más la circuncisión. También divulgué los métodos de regulación del nacimiento. Antes tenían, 12, 14 o 16 hijos porque la mitad moría", relata la monja.

Su lucha en el Egipto profundo, donde incluso ahora el extranjero es una excepción, la convirtió en una pionera. Aprendió el árabe a partir del compromiso diario de llegar a balbucear un puñado de nuevas palabras y, aprobado el oportuno examen teórico y práctico, se puso al volante de un Lada Niva, un sufrido coche de fabricación soviética que aún transita las carreteras egipcias. "Fui la primera mujer que obtuvo el carné de conducir de la provincia de Minya. Fue el 4 de diciembre de 1966. Cuando llegué a recogerlo me dijeron que era cosa de hombres. Les contesté que era cosa de hombres y de mujeres".

Minya, la provincia donde reside Adela desde hace décadas, ha vivido los meses más convulsos de su historia. Desde el desalojo en agosto de las acampadas islamistas, ha sido el epicentro de la ola de violencia que ha dejado medio centenar de iglesias incendiadas y viviendas y comercios cristianos arrasados por la cólera. "Siempre ha sido una provincia tranquila. Es la primera vez que se han quemado iglesias y se han saqueados tiendas de cristianos", afirma. "En cualquier religión el fanatismo es negativo. Supone encerrarte y no reconocer al otro como un hermano con los mismos derechos".

"Todos tenemos defectos. En Egipto y en España. Reconozcamos nuestros valores comunes, vivamos juntos y caminemos adelante", dice con esperanza en los jóvenes que derrotaron hace ya dos años y medio a Hosni Mubarak.

"Los Hermanos Musulmanes no han sabido. Han querido islamizar en lugar de gobernar. Los jóvenes desean trabajo, libertad y justicia. Hay un gran interrogante aún en el futuro pero si te fijas hasta ahora los ministros eran gente con los pelos grises. Queremos juventud y cambio", detalla Adela. Un grito que, pese a que sigue poco la actualidad española, también aplicaría en su patria. "Es lo mismo porque en España hay mucha corrupción y la política está muy sucia".

Fuente: elmundo.es

Friday, October 4, 2013

A LONG JOURNEY FOR TWO SHORT LEGS, Memorias del P. Casimiro Roca, S.F.

A Long Journey For Two Short Legs
Fr. Casimiro Roca, S.F.

Nueva edición de las memorias del P. Casimiro Roca, S.F., cuyo título en inglés es A Long Journey for Two Short Legs. En español estas memorias se publicaron con el título El Album de mis Recuerdos. La nueva edición incluye más fotografías de la familia, primeros años y apostolado del P. Roca en Colorado y New Mexico (Estados Unidos). La encuadernación del libro es a color. Impresión en los Estados Unidos. La nueva edición ha sido realizada por el P. Julio González, S.F.

Tuesday, October 1, 2013

VISION



















Vision es una revista (monográfico) que se edita una vez al año por la Conferencia Nacional de Vocaciones Religiosas, en Estados Unidos.

La revista, además de estar muy bien diseñada, incluye artículos sobre la vida consagrada, masculina y femenina, y presentaciones de espiritualidades y carismas por parte de institutos, congregaciones y ordenes religiosas.

Vision ofrece una presentación muy visual y actualizada de la vida religiosa en sus diferentes carismas y espiritualidades. Cuando se habla de la crisis de la vida religiosa, se apunta a la crisis de identidad y misión, pero también a la poca habilidad que la vida religiosa parece tener para atraer a los jóvenes y entusiasmarlos con un proyecto de vida.

A través de la revista Vision se puede ver el esfuerzo que algunas comunidades religiosas han hecho para resumir su historia de compromiso y entrega en tres o cuatro palabras y en dos o tres imágenes. Vision es un buen escaparate para ver lo que es y ofrece la vida religiosa.

Mas informacion en:
http://www.encuentrovocacional.org/
http://www.vocationmatch.com/

Sacerdotes: lo esencial

Sacerdotes diocesanos y sacerdotes con votos religiosos

Curiosamente, en una semana me he visto tomando parte en dos conversaciones sobre el mismo tema: curas diocesanos y curas religiosos. Además, me ha llamado la atención que las personas que me preguntaban por la vida y la vocación de los curas diocesanos y religiosos son católicos practicantes con formación catequética.























La pregunta es: ¿cuál es la diferencia entre un cura diocesano y un cura que pertenece a una orden o congregación religiosa?

Para responder brevemente basta con mostrar las 3 diferencias principales:

1. El cura diocesano promete obediencia a su obispo; mientras que el cura que pertenece a una orden o congregación religiosa tiene 3 votos: el de obediencia a sus superiores, el de castidad y el de pobreza.

Entonces, los ¿sacerdotes diocesanos no tienen voto de castidad y de pobreza? No. Esa es la razón por la cual un sacerdote diocesano puede comprar un coche, una casa, o abrir una cuenta en el banco, y poner estos bienes a su nombre. Un sacerdote religioso no compra bienes utilizando su nombre sino el de la orden o congregación a la cual pertenece.

Los curas diocesanos no pueden casarse porque han prometido obediencia a su obispo, el cual les prohíbe contraer matrimonio como medida disciplinaria, que no doctrinal. Por eso, si el Papa (obispo de Roma) decidiera, junto con los demás obispos suprimir esta norma, los sacerdotes diocesanos podrían casarse o permanecer célibes; sin embargo, los sacerdotes que pertenecen a una orden o congregación religiosa tienen el voto de castidad, de modo que aunque el Papa suprimiera la obligación del celibato a los sacerdotes, los curas religiosos seguirían siendo célibes por el voto de castidad que han profesado.

2. El sacerdote diocesano, salvo excepciones, vive solo. Algunos deciden vivir con otros sacerdotes diocesanos; entonces, comparten la cocina y otras estancias comunes de la casa. Pero durante el día están al servicio de la parroquia que el obispo les ha asignado.

El sacerdote que pertenece a una orden o congregación religiosa vive, ora y trabaja en comunidad con otros sacerdotes religiosos que comparten su misma espiritualidad y misión. La oración, el trabajo y las comidas en comunidad son parte del estilo de vida que ha profesado. Excepcionalmente, y por una necesidad explicable, algunos sacerdotes religiosos viven y trabajan sin el apoyo de una comunidad de hermanos.

3. El responsable del sacerdote diocesano es su obispo. El obispo decide cuándo y a dónde envía a los curas diocesanos. Pero el obispo solamente puede aceptar o rechazar que un sacerdote religioso trabaje en su diócesis, es decir, no puede decidir dónde lo envía a trabajar.

El responsable del sacerdote religioso es su Superior Mayor, el cual es un sacerdote de su misma orden o congregación religiosa que ha sido elegido por el Superior General para desempeñar tareas de responsabilidad y liderazgo. El Superior General es, a su vez, un sacerdote de la misma orden o congregación religiosa que ha sido elegido para guiar, inspirar, motivar y tomar decisiones de gobierno. La persona que esta por encima del Superior General es el Papa.

Así es más fácil comprender por qué algunos grupos de curas trabajan en universidades, colegios, escuelas, misiones. La mayoría de ellos, no todos, son sacerdotes que pertenecen a una orden o congregación religiosa. Comparten una espiritualidad y la pasión de trabajar juntos en la educación, los medios de comunicación, el tercer mundo, la justicia social, la hospitalidad, etc.

La mayoría de los curas diocesanos, no todos, trabajan en parroquias, que es el lugar más apropiado, aunque no el único, para recibir y participar en los sacramentos del bautismo, eucaristía, confirmación, matrimonio, reconciliación, etc.

Monday, June 24, 2013

PREMIO A MONS. FRANCISCO GONZÁLEZ, S.F., por "Obras son amores y no buenas razones".

Buenos días:

Les escribo para compartirles la buena noticia que la columna que escribe Mons. González para El Pregonero ganó por tercer año consecutivo el primer lugar en los premios que otorga anualmente la prensa católica de Estados Unidos y Canadá (2013 Catholic Press Awards).  El Pregonero se ganó 9 reconocimientos en total.

Aquí la nota que escribió el jurado:

BEST REGULAR COLUMN BY A BISHOP OR ARCHBISHOP
First Place. El Pregonero, Washington, D.C., "Obras son amores, y no buenas razones” by Mons. Francisco Gonzalez, SF. Bishop Francisco Gonzalez preaches with vigor, wit and compassion through his columns. He calls us to cross the barriers, legal and otherwise, that we use to protect ourselves from "the others. Mons. González predica con vigor, ingenio y compasión a través de sus columnas. Él nos reta a sobrepasar las barreras, legales y otras que utilizamos para protegernos de “los otros”.


Esta es la columna ganadora:

Obras son amores, y no buenas razones (Reflexión dominical - 12 de febrero de 2012)
MONS. FRANCISCO GONZALEZ, SF, Obispo Auxiliar de Washington

Levítico 13,1-2.44-46
Salmp 31
1 Corintios 10,31-11,1
Marcos 1,40-45

Nos estamos acercando a la santa cuaresma, cuando de una forma muy especial se nos llama a la constante conversión. Algo que todos necesitamos, incluso los que se creen santos y los que verdaderamente lo son. Conversión, el cambio radical: salir de nosotros mismos y hacer a Dios el centro de nuestra vida. Este domingo en muchos lugares del mundo se tiene la “campaña contra el hambre”.

Dicho todo lo anterior, hoy la sagrada liturgia nos presenta un pasaje del evangelio de Marcos que nos debe hacer pensar mucho en nuestras actitudes. Quien más quien menos sufrimos un tanto o un mucho de eso que llamamos egocentrismo, o sea, yo y todos como yo. Y como consecuencia de lo dicho, excluimos de nuestra amistad todo lo que no nos gusta. Si extendemos eso a círculos mayores, encontramos a muchos hombres y mujeres, hermanos y hermanas nuestras, queramos o no, que se quedan fuera de la sociedad.

Jesús nos narra el evangelio de Marcos, va predicando en las sinagogas y fuera de ellas, y en un momento dado algo insólito sucede: un leproso se le acerca, y aunque no lo menciona el escrito, seguro que se formó una gran algarabía. Era inconcebible, además de prohibido que un leproso se acercara a un grupo de personas, sin haber gritado o anunciado a voces que era leproso, para que la gente tuviera la oportunidad de apartarse de semejante persona. Y Jesús rompe con la norma, con la ley, y el leproso que se ha arrodillado diciéndole: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Extiende su mano y le toca. Jesús había sentido lástima por este hombre que sufría enfermedad y rechazo, y contesta a su súplica: “Sí quiero, queda limpio”. Y así sucedió.

Los medios de comunicación no se cansan de darnos ejemplos de todos esos casos en que constantemente nos separamos unos de otros, nos excluimos unos a otros. Diferentes tribus en ciertos países, ciertas enfermedades, posición social o económica, ideologías, partidos políticos, incluso grupos religiosos abanderando sus propias prácticas y declarándose superiores a los otros, algo que también sucedía en los tiempos de Cristo. Siempre creando barreras para “protegernos” de los demás.

Muchas veces nos arropamos con eso de que la “ley manda”, que esto siempre se ha hecho así, que la tradición exige, etcétera, y cerramos el corazón, y continuamos manteniendo a distancia al “leproso”, o sea, al que no es de mi gusto y pongo por encima de todo lo mío, como si yo fuera el único que tengo comunicación directa con Dios, el único que tengo su número privado.

¿Qué pasará si cuando tengamos que dar cuenta ante el Señor, el Rey del Universo, nos trata lo mismo que nosotros hemos tratado a los demás, que cuando nos pedían una cita tardábamos meses en contestar por “estar muy ocupados”; cuando nunca permitimos que comieran con nosotros en nuestra mesa, o se sentaran en nuestra silla; cuando ante las tempestades de la vida nunca les dimos cobijo o aposento en nuestra casa; cuando les encontramos tirado por el camino y no les levantamos y les llevamos a la casa de socorro porque la norma decía que era un crimen transportar a los que no tenían papeles.

Este santo evangelio que la Liturgia de la Palabra nos ofrece este sexto domingo del Tiempo Ordinario es una oportunidad para enfrentar nuestra actitudes hacia los demás. Esta es una oportunidad, ahora que las legislaturas proponen infinidad de leyes y ya pensamos en las próximas elecciones, para que haya los cambios necesarios y creemos una sociedad sin extraños, donde la sensibilidad y solidaridad nos ayude a crear esa hermandad que tanto bien nos haría.

Estamos también viviendo la euforia de la nueva evangelización. Tal vez sea bueno recordar la sabiduría popular expresada en el dicho: “Obras son amores, y no buenas razones”. La Iglesia, como ya se ha dicho, necesita, y por eso rezamos, para que asuma de forma clara la defensa y 

Saturday, April 27, 2013

LAICOS NAZARET estrena logo




A lo largo de tres años Laicos Nazaret de Güimar ha ido cobrando identidad. Por eso, ya tenemos nuestro retiro anual y en él tuvimos la alegría de estrenar logo. Lo compartimos con todos los laicos Nazaret del mundo.

EXPLICACIÓN DEL LOGO

El logo está inspirado en los molinos de viento que hoy se ven por todas partes- América y Europa-  y producen energía eólica. ¿Por qué este logo? Tiene tres aspas. Estas tres aspas simbolizan a Jesús, María y José que vivieron siempre al aire del Espíritu, lo recogieron en sí y produjeron una “energía” de la cual hoy aún vivimos. El mundo estaba apagado por el pecado y su energía nos trajo la Luz.

La línea azul fuerte nos habla de vivir enraizados en tierra, de tocar nuestro mundo real y anclarnos en él. Las aspas arañan el cielo y giran en él. Clavados en tierra, su ambiente es el cielo. Eso es Nazaret.

Las aspas pueden también simbolizar la familia personal de cada laico.

Las aspas giran también expandiéndose, abriéndose. Por una parte, con la Asociación de Laicos el carisma de Nazaret se abre al mundo; por la otra la misma Asociación ha ido implantándose en distintos países, es abierta, universal…

Si nos fijamos en los paisajes donde se ubican los molinos de viento constatamos dos cosas:
- Suelen ser paisajes áridos y con mucho viento.
- Nunca hay un molino sólo.

También hoy vivimos la aridez espiritual en muchos sentidos. En ese ambiente está el Laico Nazaret y está llamado a “aprovechar” los vendavales para transformar el mundo. Pero no puede caminar solo. El camino de los Laicos Nazaret es un camino de comunidad.  En un clima de laización progresiva la energía eólica – la que aporten los laicos a la Iglesia- es la gran alternativa. Además es una de las pocas energías que no contamina y no se extingue.

EL VIENTO

En el Logo no se ve pero el protagonista del molino es el Viento. En la Sagrada Familia el gran protagonista oculto fue también el Espíritu y lo vemos en todos los textos. El laico de hoy en día debe vivir conducido por el Espíritu.

TEXTO

La línea azul fuerte, que es el poste, es a la vez una L. La L de Laicos que se enlaza con la N de Nazaret.  Al final, el lema: Un carisma para el mundo. Predominan los colores azules que reflejan el cielo.

Fuente: www.vivirennazaret.blogspot.com

Tuesday, April 2, 2013

SACERDOCIO: ¿Cómo tratamos al rebaño que el Señor nos ha confiado?, por Mons. Francisco González, S.F.


16 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, B
Jeremías 23,1-6
Salmo 22:  El Señor es mi pastor, nada me falta
Efesios 2,13-18
Marcos 6,30-34


Jeremías 23,1-6:

Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño –oráculo del Señor–.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia.»

Salmo 22:  El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Efesios 2,13-18:

Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

Marcos 6,30-34:

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Somos iglesia, somos comunidad, somos pueblo, somos asamblea. En todas ellas se necesita alguien que dirija. Los reyes y líderes religiosos del pueblo de la Biblia se les llamaba también pastores. La primera lectura y el santo evangelio de hoy es lectura obligada para los responsables de grupos, en particular los que han recibido el sacramento del Orden, pues la cosa es seria.

En la primera lectura el Señor se queja de los pastores que dispersan a las ovejas y dejan perecer las ovejas de su rebaño. Se queja de esos pastores que dispersaron, expulsaron y no guardaron sus ovejas. Por lo cual tendrán que rendir cuentas “por la maldad de sus acciones”. El Señor mismo tendrá que cuidarse de ellas, les pondrá pastores buenos y al final mandará a un vástago de David para que las cuide.

La simple lectura es una llamada a cada uno de nosotros pastores para un examen concienzudo de cómo tratamos a los que el Señor ha puesto a nuestro cuidado.

¿Cómo cuidarlas? La lectura evangélica de este domingo nos habla de la actitud de Jesús ante el rebaño.

Los apóstoles vuelven gozosos y cuentan, me imagino que todos a la vez, lo que habían hecho y enseñado. Jesús los quiere oír, es importante para él, al fin y al cabo, él es quien los envió. Todos felices se subieron a la barca para ir a un lugar donde los pudiera atender personalmente, escuchar las maravillas de esa primera evangelización, hacerles preguntas, incluso de cómo los habían recibido.

El plan se distorsionó pues la gente de todas las aldeas vieron hacia donde se iban y salieron corriendo, tanto que llegaron antes que Jesús, quien mirando desde la barca aquella multitud “le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor”. Así es Jesús, se compadece de todo el mundo, de cada enfermo, y de las multitudes que le siguen.

El pastor provee comida, el pastor lleva las ovejas al lugar preciso, el pastor da seguridad a las ovejas y las protege del enemigo, el pastor es cariñoso con ellas pues las llama por su nombre y a las que tienen dificultad la carga sobre sus hombros. Al mirar a ese grupo que se le ha adelantado ve a las que necesitan consuelo y nadie se los da; se da cuenta de las que no encuentran sentido a la vida y él se los quiere proporcionar; descubre, pues se les nota en la cara y principalmente en el corazón, que quieren hablar, desahogarse con alguien y nadie las escucha; buscan unos hombros para aligerar sus pasos y nadie los ofrece… y Jesús no puede resistir, y pospone ese pasar un rato junto con sus apóstoles y dirigiéndose a la muchedumbre “se puso a enseñarles con calma”. Jesús no tiene prisa y da a cada necesitado el tiempo que requiere. Y es que Jesús siempre mira con compasión, es su estilo, y con eso ojos mira a la viuda que ha perdido a su único hijo; mira con cariño a ese joven que quería saber qué era necesario para la salvación y no sería diferente la mirada que ofreció a Pedro después de haberle negado tres veces.

Es una realidad que mucha de nuestra gente se está marchando de nuestras iglesias. ¿Por qué será? No es cuestión de estadísticas y consolaciones de bajo valor que algunas de nuestros templos siguen estando llenos. En estos momentos de la Nueva Evangelización hemos de examinar nuestro pastoreo. ¿Cómo tratamos al rebaño que el Señor nos ha confiado? Hay quienes buscan y no nos encuentran, o nos encuentran pero no tenemos tiempo… ganas… palabras… compasión… vida que dar.

A veces los pastores nos escudamos detrás de nuestros cargos y posiciones para evitar tener que escuchar, tanto que para algunas gentes les sería más fácil escalar el Everest que conseguir una cita con el pastor… claro que es exageración. Pero no es exageración el buscar de cómo imitar al Maestro, al Buen Pastor en su forma de tratar a las personas y mirarlas, acercarnos a ellas como Jesús lo hacía para juntos disfrutar de un descanso, compartir unas experiencias, orar juntos, reírnos de nosotros mismos, y así evitar que el activismo, la productividad, los dos o tres trabajos que tenemos para poder vivir mejor, destruyan los verdaderos valores y nos impidan vivir la vida.

Ojalá sepamos los pastores, o los que tengan responsabilidad de pastoreo, actuar como el Buen Pastor, para que como dice el salmo, no falte nada a los que nos han sido confiados.

SOBRE EL SACERDOCIO, por el papa Francisco


Varios sacerdotes me han enviado e-mails comentando la homilia del papa Francisco durante la Misa Crismal del Jueves Santo. Un jesuita de Boston me decía que esta homilia debería leerse en las casas de formación. El comentario más generalizado es que el Santo Padre vuelve a recordarnos lo más esencial de nuestra ordenación sacerdotal con un estilo y lenguaje sencillos más propio de los testigos que de los maestros.


SANTA MISA CRISMAL
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica Vaticana
Jueves Santo 28 de marzo de 2013

Queridos hermanos y hermanas

Celebro con alegría la primera Misa Crismal como Obispo de Roma. Os saludo a todos con afecto, especialmente a vosotros, queridos sacerdotes, que hoy recordáis, como yo, el día de la ordenación.

Las Lecturas, también el Salmo, nos hablan de los «Ungidos»: el siervo de Yahvé de Isaías, David y Jesús, nuestro Señor. Los tres tienen en común que la unción que reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos... Una imagen muy bella de este «ser para» del santo crisma es la del Salmo 133: «Es como óleo perfumado sobre la cabeza, que se derrama sobre la barba, la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento» (v. 2). La imagen del óleo que se derrama, que desciende por la barba de Aarón hasta la orla de sus vestidos sagrados, es imagen de la unción sacerdotal que, a través del ungido, llega hasta los confines del universo representado mediante las vestiduras.

La vestimenta sagrada del sumo sacerdote es rica en simbolismos; uno de ellos, es el de los nombres de los hijos de Israel grabados sobre las piedras de ónix que adornaban las hombreras del efod, del que proviene nuestra casulla actual, seis sobre la piedra del hombro derecho y seis sobre la del hombro izquierdo (cf. Ex 28,6-14).

También en el pectoral estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel (cf. Ex 28,21). Esto significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón. Al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires, que en este tiempo son tantos.

De la belleza de lo litúrgico, que no es puro adorno y gusto por los trapos, sino presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado, pasamos ahora a fijarnos en la acción. El óleo precioso que unge la cabeza de Aarón no se queda perfumando su persona sino que se derrama y alcanza «las periferias». El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción, queridos hermanos, no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite... y amargo el corazón.

Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo; esta es una prueba clara. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia. Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe. Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor: «Rece por mí, padre, que tengo este problema...». «Bendígame, padre», y «rece por mí» son la señal de que la unción llegó a la orla del manto, porque vuelve convertida en súplica, súplica del Pueblo de Dios. Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres.

Lo que quiero señalar es que siempre tenemos que reavivar la gracia e intuir en toda petición, a veces inoportunas, a veces puramente materiales, incluso banales – pero lo son sólo en apariencia – el deseo de nuestra gente de ser ungidos con el óleo perfumado, porque sabe que lo tenemos. Intuir y sentir como sintió el Señor la angustia esperanzada de la hemorroisa cuando tocó el borde de su manto. Ese momento de Jesús, metido en medio de la gente que lo rodeaba por todos lados, encarna toda la belleza de Aarón revestido sacerdotalmente y con el óleo que desciende sobre sus vestidos. Es una belleza oculta que resplandece sólo para los ojos llenos de fe de la mujer que padecía derrames de sangre. Los mismos discípulos – futuros sacerdotes – todavía no son capaces de ver, no comprenden: en la «periferia existencial» sólo ven la superficialidad de la multitud que aprieta por todos lados hasta sofocarlo (cf. Lc 8,42). El Señor en cambio siente la fuerza de la unción divina en los bordes de su manto.

Así hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones. No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir nuestra vida sacerdotal pasando de un curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.

El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo «nada» porque, gracias a Dios, la gente nos roba la unción – se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor «ya tienen su paga», y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, sacerdotes tristes, y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja» – esto os pido: sed pastores con «olor a oveja», que eso se note –; en vez de ser pastores en medio al propio rebaño, y pescadores de hombres. Es verdad que la así llamada crisis de identidad sacerdotal nos amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización; pero si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción – y no la función – y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús.

Queridos fieles, acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.

Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido.

Amén.