Friday, February 23, 2018

Libros: Hecha por amor... La corrección fraterna

Es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético.

En estas páginas, Leoluca Pasqua propone de forma práctica algunas maneras para emprender la corrección y para comprender su posible realización pero, sobre todo, su extraordinaria capacidad de crear bienestar y de poner en marcha recorridos de paz y de reconciliación.

Este libro pretende comunicar el inestimable valor de la corrección fraterna hecha por amor. Un tema que no es fácil de tratar por su carácter provocativo, ya que sacude la conciencia e invita a asumir las propias responsabilidades, a poner orden dentro de sí mismo y a reconsiderar los aspectos de la propia vida que necesitan ser corregidos.

Pero es urgente redescubrir la importancia de la corrección fraterna, sobre todo en un momento en que la vida del hombre y la mujer está marcada por un exacerbado individualismo y por un peligroso relativismo ético, que corren el riesgo de desorientar y de transformar a las personas en muchas islas, que no saben ya comunicar ni construir relaciones de amistad y de fraterna colaboración.

Por este motivo, la corrección puede llegar a ser un instrumento válido para ayudarse mutuamente a salir de este peligroso aislamiento, para caminar en la verdad y para no perseverar en el error.

Porque la corrección nos afecta a todos y se ofrece como una norma ética, que puede contribuir a mejorar la calidad de la vida y de las relaciones.

Partiendo de estas consideraciones, se desarrolla un itinerario perfilando el horizonte en el que se sitúa la corrección, su significado, la finalidad y cuándo se la puede definir como "fraterna".

Sunday, February 11, 2018

Testimonios



Mujeres y hombres que se han consagrado a Dios, contestan con sinceridad a preguntas comprometidas y muy personales, discrepando en ocasiones entre ellos. Sacerdotes y religiosas nos desvelan si estuvieron enamorados en su juventud y si ha sido duro renunciar al amor de pareja, nos hablan de sus crisis existenciales y dudas, si se han arrepentido en su decisión, de la renuncia a la paternidad y maternidad, en definitiva lo que ha supuesto para ellos acoger una vida de austeridad y obediencia.

Agradecimientos: Delegación de Pastoral Vocacional de la Archidiócesis de Madrid y Arzobispado de Madrid.

Friday, February 9, 2018

7 fallos de nuestra cultura de seminarios para formar a los líderes católicos


“Id pues y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Este fue el mandato de Jesús a sus apóstoles que recoge el Evangelio de San Mateo y que resume la misión de la Iglesia fundada en Pentecostés. Sin embargo, en Occidente la Iglesia Católica pierde cada año millones de fieles siendo África y Asia  las que frenan esta caída y gracias a las cuales el catolicismo sigue creciendo en número.

Mientras tanto, en buena parte de las diócesis y parroquias de Europa y en menor medida de Estados Unidos se siguen manteniendo las mismas estructuras desde hace décadas apostando por una pastoral de conservación y no de evangelización. Todo ello en medio de una sangría de fieles que está vaciando las iglesias.

Muchos sacerdotes se sienten abrumados y no saben qué hacer, tampoco en los seminarios se ha dado una respuesta a este nuevo paradigma mientas la falta de líderes católicos impide o ralentiza una remontada de esta situación.

Marcel Lejeune analiza esta situación en Catholic Missionary Disciples, iniciativa de formación de líderes católicos para la Nueva Evangelización, y habla de 7 fallos que se producen en el seno de la Iglesia y que provocan que el catolicismo siga cayendo en número, sobre todo en Occidente.

En su opinión, en la Iglesia actual “hay una cultura de gestión, no de misión”, “poca visión para el crecimiento, poca transformación y mucho status quo”. Pero lo más grave para Lejeune es que “vemos una falta de líderes, qué hacer al respecto y querer cambiar”. Estos son 7 motivos que él considera que provocan esta situación:

1. Los seminarios no forman líderes para la parroquia moderna.  La formación del seminario es un entorno hiperacadémico, donde los hombres jóvenes pasan la mayor parte del tiempo con sus compañeros, aprendiendo de hombres (en su mayoría) mayores, que los forman en filosofía, teología, sacramentos, asuntos pastorales. Cuando estos hombres entran en contacto con una parroquia, sin embargo, lidian con asuntos multigeneracionales: familias, mujeres, y la mayor parte de ellos (los sacerdotes) viven solos. Raramente llegan a utilizar plenamente sus estudios de filosofía y teología. Este problema no sólo atañe a los seminarios sino a las instituciones católicas en las que deben formarse los líderes católicos laicos.  En ambos sitios, en general, no preparan para las situaciones reales que vivirán.

2. La capacitación pastoral rara vez ayuda a comprender la verdadera evangelización. Con demasiada frecuencia, afirma Lejeune, se ve a los líderes actuando como gerentes de status quo. En su opinión, no tienen la respuesta para romper el declive en las parroquias, pues es algo creativo y transformador. Esto se debe a que su experiencia en la pastoral se ha centrado en catequesis, sacramentos, eventos… No entienden cómo multiplicarse espiritualmente o cómo formar discípulos misioneros porque no han aprendido de nadie que hiciera estas cosas. Son para ellos conceptos extraños que muchos de los que deben ser líderes católicos no han experimentado personalmente.

3. Los cambios son siempre difíciles y todo el mundo prefiere la comodidad. Es algo que afecta a todos pero se debe cambiar la forma en que se está trabajando o la Iglesia seguirá cayendo. Pone como ejemplo Estados Unidos donde por cada persona que se une a la Iglesia, cuatro católicos la abandonan. No se puede seguir aceptando esto sin más y simplemente continuar “gestionando” las parroquias y diócesis.

4. Falta de apertura a la “experimentación” y los nuevos movimientos.  Lejeune aclara que no se trata de cambiar la doctrina sino que se necesitan nuevas formas de actuar, nuevos movimientos y un nuevo espíritu misionero. Sin embargo, sigue habiendo en general una resistencia a estas nuevas formas de hacer las cosas. Se trata de miedo. Miedo al cambio. Miedo a tener que humillarse para probar algo nuevo, temor a que el trabajo realizado no haya sido fructífero. Todos somos humanos y nadie hace las cosas de manera perfecta pero con humildad y valentía la cosa puede ir a mejor.

5. Cultura de la enseñanza, no de la evangelización. Es necesario e imprescindible mostrar lo que Jesús enseñó. Pero Lejeune considera que la enseñanza no es la clave para que el corazón de alguien se convierta a Cristo. Más bien, se trata de un encuentro con Jesús, donde se da una oportunidad de elegir seguirlo, y una invitación al arrepentimiento y a la conversión. Esto es para él la evangelización. Y es precisamente lo que se está perdiendo.

A su juicio, cuando muchos líderes se encargan de la planificación pastoral, recurren a lo que conocen y muchos terminan convirtiendo la enseñanza en el núcleo de todo. Y así se vuelve al problema de siempre: “¡catequizar y administrar sacramentos no es igual a evangelizar”.

6. Parar después de hacer conversos. Ahora se habla mucho de discipulado, y se convierte en objetivo. Pero el hacer discípulos no es el objetivo final. “Necesitamos apuntar hacia los discípulos que hacen otros discípulos, que hacen otros discípulos. Esta es una cultura de multiplicar discípulos".

7. No se hacen cambios porque hacerlo significaría reconocer que no siempre se ha actuado correctamente. El cambio requiere humildad y la rendición de cuentas más todavía. ¿Se imaginan –pregunte Lejeune- que un obispo admitiera que no tiene todas las respuestas, que necesita ayuda y que está tratando de aprender de los demás cuál sería la mejor manera de cambiar su diócesis, que se está desangrando? Personalmente, lo admiraría mucho por tanta humildad”.

“La solución no es fácil, necesitamos cambios en la forma en que trabajamos en nuestras parroquias y diócesis. Esto comienza con humildad y oración. Entonces podremos realmente discernir qué necesita cada uno de nosotros para crecer como líderes. Necesitamos la visión adecuada. Necesitamos ayuda. La razón es que Dios quiere renovar nuestra Iglesia para que podamos cumplir su misión. Recuerda que un puñado de discípulos cambió el mundo en pocas generaciones después de Pentecostés, ¿qué pasa con nosotros?”.