Sunday, December 19, 2010

"El problema ya no son las estructuras: se las ha modificado cuando se ha querido. Ahora el problema es el compromiso de los religiosos mismos," Joan Chittister, O.S.B.

Dicen que el cambio comienza cuando alguien vislumbra el siguiente paso. O más bien cuando alguien alcanza a ver que el último paso ya no funciona. Descubrir el siguiente se convierte en una bendición, una carga y un reto.

Explorar el siguiente paso es una bendición porque se puede dar el momento mágico de embarcarse en lo desconocido con fuego y entusiasmo. Y buscar es una carga pesada cuando el camino parece que no lleva a ninguna parte. Y es un reto porque nos confronta con opciones nada fáciles.

La revitalización de la vida religiosa ha sido las tres cosas. Acabando el Concilio Vaticano II, todo nos parecía posible, todo se experimentaba. Los religiosos empezaron a emerger de las sombras de la institución, y a alejarse de los trabajos tan propios, anónimos y funcionales del servicio social católico para instalarse en las necesidades de un pueblo, no de un sistema.

Los religiosos rompieron las barreras denominacionales. Adquirieron voz en público. Empezaron a operar dentro de la sociedad y hombro con hombro con el resto del pueblo de Dios. Abandonaron las estructuras y simbolos que procedian de una teologia dualista y descubrieron lo sagrado en lo secular. Estaban seguros de que poniéndose al día, la vida religiosa se reanimaría, le darían sentido frente a este mundo, la harían atractiva para esta generación, importante a los ojos de los demás.

Pero el mundo siguió su curso como si nada, algo molesto por haber perdido lo que había llegado a ser mística religiosa; otros, confundidos por un estilo de vida aparentemente todavía más sin sentido que nunca. Y si no iban a encontrar mística en la vida religiosa, para ¿qué entrar?

Lo que se decía más de la vida religiosa era la edad promedio y la falta de vocaciones. Y algunos más interesados por los números que por el contenido, decían que la vida religiosa había pasado de moda.

Por un tiempo, la mayoría del mundo religiososo ni se movió. Los religiosos de Estados Unidos iban peligrosamente avanzados en el proceso, y pronto fueron descalificados por decadentes, o al menos por haberse equivocado seriamente.

En Sudamerica, los religiosos estaban también profundamente comprometidos en el cambio y fueron considerados por muchos como ingenuos al servicio de grupos políticos subversivos, más que congregaciones bajo el impulso del Espíritu Santo.

Europa en su mayoría había mantenido, sin embargo, un modelo de vida religiosa más pre-conciliar y en los nuevos países independientes la mayor parte de los religiosos no estaban interesados en el tema de la renovación religiosa: demasiadas escuelas que abrir, demasiados pobres que atender, demasiados refugiados que acomodar, como para tener tiempo de preguntarse sobre el sentido de la vida religiosa.

En la mayor parte del mundo, la renovación de la vida religiosa tomó más el carácter de un simulacro de incendio, pero no de un incendio de verdad. Algo había que hacer pero no demasiado en serio.

Pues bien, se acabo el tiempo: los signos están ahora por doquier. El simulacro se ha convertido en incendio. El sentido de pertenencia está por los suelos en todo el mundo. Viejas instituciones religiosas se han vuelto obsoletas o han sido reemplazadas por instituciones laicales. En Irlanda, el año pasado, se pusieron a la venta más de 60 propiedades religiosas.

Aun en el mundo en desarrollo, si el papel de la vida religiosa se considera funcional, las necesidades son demasiadas y las vocaciones, insuficientes. Es decir, donde predomina el modelo occidental de vida religiosa del siglo XIX, los planes de la sociedad y de las congregaciones no coinciden y dejan a la gente sin apoyo, y a las comunidades sin relevancia social. La cuestión es, por supuesto, si es todavía de alguna utilidad la vida religiosa en la “era del laicado”.

Diarmud O’Murchu, en Religious Life: A Prophetic Vision, subraya tres dimensiones que están muy relacionadas con la situación actual de la vida religiosa y dice que para ser efectiva debe reflejar las más profundas aspiraciones del espíritu humano de libertad, amor y justicia. Debe estar en el mundo sin ser del mundo. Debe ser critica de la sociedad en la que existe desde la perspectiva del evangelio y para el provecho de los pobres y oprimidos.

La vida religiosa depende mucho más de la finalidad y los valores del grupo que de las meras estructuras.

Marcello de C. Azevedo, SJ., en su articulo Challenges to European Religious, pide a los religiosos europeos que se abran a los cambios de su situación social, que levanten las voces proféticas en su propia cultura y que apoyen en vez de aplastar la nueva función de la vida religiosa fuera de Europa. Que no se dediquen a las necesidades del pasado sino que encaren los grandes problemas de la actualidad que plagan y dividen a la gente.

Lo importante es que la vida religiosa está a punto de renovarse y confronta dos opciones: la comodidad personal o la presencia profética, compromisos individuales o congregaciones con carisma. Ninguna de las dos es fácil.

El problema ya no son las estructuras de la vida religiosa: se las ha modificado cuanto se ha querido. El problema ahora es el compromiso de los religiosos mismos.

Si la preocupación fundamental de cada religioso y de sus congregaciones, después de tantos años de adaptación y de ajustes y desarrollo individual, es la comodidad, la seguridad, la espiritualidad privada, la conservación de museos monásticos o antiguas instituciones apostólicas, ambos autores dicen que no hay razón para que exista ese tipo de vida religiosa.

Si comunidades de hoy desaparecen, algo nuevo seguramente seguirá en su lugar porque el papel de la vida religiosa es personificar y expresar los valores esenciales, los mejores, los valores ejemplares de la humanidad.

Dios nunca deja de “confortar a su pueblo”, de enviarle un profeta, de levantar una voz en el desierto.

Una cosa es segura: hay mucha vida en esta muerte. En estos 25 años han sucedido más cambios en las comunidades religiosas que en todo lo que va desde principios del siglo XIX. Lo que falta ver es si las comunidades en general van a seguir forjando vigorosamente, para un mundo a punto de globalizarse, una Iglesia entrampada en el sexismo y una nación clasista, o si desgastados por la lucha de los últimos 25 años, y aficionados al calor del nido, se van a contentar con la pasividad, la privacidad y la comodidad personal.

El problema ahora no es ver si en cada comunidad tenemos unos cuantos profetas esforzándose por mantenerse activos bajo el peso muerto del pasado. El problema ahora es si tenemos comunidades proféticas que en conjunto sean un signo de esperanza, donde ni la edad ni el número de religiosos estorbe su llamamiento o suprima sus voces, donde ni el quietismo ni la desesperación oscurezcan los modelos alternativos que deben ofrecer, en cada época, a un mundo necesitado de alternativas.

La cuestión ahora es si hay en nosotros espiritualidad profunda, fundamentada, genuinamente evangélica para llegar, más allá de nuestras plegarias personales, a edificar el Reino de Dios, que es a lo que nos llaman esas plegarias.

La Iglesia está esperando. El mundo está a la espera. Los jóvenes están esperando una vida religiosa tan insertada en el momento contemplativo que haga cosas significativas de modo significativo, en este momento decisivo de la historia. Quieren ver si esta generación de religiosos tienen algo que aportar en esta época, como lo hicieron ante los problemas del pasado. Ahora tenemos la oportunidad de ser mas religiosos que nunca.

Preparado por 25 años de cambios y adaptaciones cosméticas, el mundo esta esperando ver si los religiosos van a dar el siguiente paso decisivo.

Joan Chittister, O.S.B.

Saturday, December 4, 2010

Los Hijos de la Sagrada Familia celebran su XXII Capitulo General

Bajo el lema: "Mensajeros de la Buena Noticia de Nazaret” 38 representantes de todos los religiosos de la Congregación se reunirán en el Centre d´Espiritualitat Josep Manyanet de Begues (Barcelona-España) para la celebración del XXII Capítulo General de la Congregación.

Evaluado el sexenio anterior la mirada está puesta en cómo vivir el presente y afrontar los retos del futuro desde la identidad religiosa, la fidelidad carismática y el servicio apostólico a la Iglesia y la sociedad, especialmente junto a las familias y a través de la educación integral de los niños y jóvenes.

"Mensajeros de la Buena Noticia de Nazaret"

Bajo este lema 38 religiosos de la congregación de Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, fundados en 1864 por San José Manyanet, iniciarán a parir del 27 de diciembre, el XXII Capítulo General de la Congregación en el Centro de Espiritualidad San José Manyanet de Begues (Barcelona). Presente en varios países de Europa y América, la Congregación continuará su reflexión sobre cómo vivir con fidelidad y creatividad la espiritualidad nazarena recibida en el carisma fundacional, junto a las familias de nuestros días y en la educación integral de los niños y jóvenes.

Procedentes de los diferentes países donde está presente la Congregación, 38 religiosos Hijos de la Sagrada Familia -España (16), Italia (5), USA (3), Argentina (2), Colombia (5), México (2), Brasil (3) y Venezuela (2)- participarán en el XXII Capítulo General que se celebrará en Begues (Barcelona) a partir del día 27 de diciembre 2010. Tras un año de preparación y estudio de los diferentes temas relacionados con el carisma y la pastoral propias se profundizará en cómo renovar la vida personal y comunitaria, así como la actividad apostólica y evangelizadora, manteniendo la fidelidad al carisma recibido en la Iglesia y para la sociedad: promover el culto y la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret y contribuir a la renovación social mediante la formación para el amor y la vida familiar y la educación integral de los niños y jóvenes.

"Hacer de cada familia un Nazaret"























Fuente: http://www.confer.es/